“Oda a la nueva gnosis” nos muestra el
fundamento teológico de las dos guerras celestiales ocurridas al principio y
final del universo...
La primera gran guerra entre los
Santos de Dios y los antiguos vigilantes del cielo, mencionada someramente en
el libro del Génesis y en parte descrita en el libro de Daniel; no obstante,
desarrollada completamente en el libro de Enoc…
Narra la lucha a muerte entre Shemihaza, Eblis o Lucifer más los doscientos egregores o antiguos vigilantes
del cielo, en conjunto con Jaldabaoz, Saklas, Samael y sus demonios y genios de
oscuridad; los Ángeles y sus cuatro
líderes: Miguel, Uriel, Gabriel y Rafael, más los humanos creados a imagen y
semejanza del Pigeradamas versus los
Santos de Dios encabezados por el escriba celestial, Enoc…
En el libro de Daniel los Santos son
representados simbólicamente por el carnero, mientras que los antiguos
vigilantes por un macho cabrío…
La lucha tiende a favor del macho de
las cabras, lo cual significa que Shemihaza estuvo a punto de ganar la guerra;
pero por intervención del propio Anciano de días, Jehová o el Padre producido
por sí mismo… se tuerce el triunfo hacia
Enoc y los Santos de Dios…
La gran alianza se desploma desde adentro,
el oscuro Jaldabaoz y los Ángeles se alían y
negocian con Jehová, dejando solo a lucifer y los humanos, sobreviniendo para ellos una
aplastante derrota…
De la negociación resulta que a
Jaldabaoz se le permite gobernar sobre su creación, el universo físico; además,
de imponer su poder sobre el mundo, otrora, la posible cárcel para los Santos
de Dios…
Lucifer es condenado de por vida al
quinto infierno, jurisdicción de Belías hijo de Jaldabaoz; por su parte, los
Humanos fueron arrojados al séptimo cielo, competencia de Abel, derrocado
posteriormente por Caín-Satanás, el Dragón…
Al Dragón, como el libro de Job
profiere, se lo incorporó como representante de las regiones bajas ante la Gran Asamblea de Dios, en cabeza de
Jehová de los ejércitos… e igualmente se convirtió en el acusador de los
hombres ante el Señor…
Ahora bien, ante tanto ensañamiento
contra los hijos de Set, el Vástago producido por sí mismo se presentó como
abogado ante el Padre para rescatar a los humanos de la maldad de Satanás…
Por ende fue arrojado al mundo, como
cordero de expiación, tal como lo explica el apóstol Pablo.
Al enterase Satanás que Jesús inicia
la primera cruzada contra él, comienza la segunda guerra espiritual entre
Jesucristo y el Dragón…
La cual se lee en el Nuevo
testamento, los evangelios gnósticos y apócrifos, el
libro de Daniel, pero especialmente en
la Revelación, el libro de Enoc y el Evangelio de Nicodemo…
Los cristianos confrontan un sinnúmero
de demonios psicológicos y sociopolíticos, verbigracia de los primeros, la
lujuria, la maldad, la ambición de poder y de riqueza, el alcoholismo, el
egoísmo entre otros muchos miles de demonios que afectan a las personas desde
el mismo día en que fueron arrojados del paraíso; de los segundos destaca el Estado
(Leviatán) como enemigo de la libertad del hombre, así como sus instituciones
burocráticas y corporaciones económicas derivadas de aquel, cual brazos encargados de aplastar el haber de la gente…
Con la muerte de Jesucristo en la
cruz, acápite de la venganza del príncipe de este mundo en contra el señor de
la inmortalidad, se abre el portal que libera todas las conciencias humanas
atrapadas en las regiones intermedias, se crea el Gran Ejército de Jesucristo
en la tierra que pone fin a la soberanía de Caín-Satanás sobre los humanos (Armagedón).
Satanás es condenado por sus propios lugartenientes a
prisión perpetua por haber puesto en peligro total al séptimo cielo…
Jesucristo libera a los hombres y los
lleva a la soberanía de los Doce Reinos Celestiales, en una evolución en
espiral infinita de carácter psíco-espiritual; mientras que la totalidad del
universo físico colapsa en un agujero negro…
El universo físico gira interminablemente
en una rueda que va desde el primer día de la creación al sexto… este es el eterno
retorno del ignorante Jaldabaoz Saklas Samael…
El fin de la oscuridad y la muerte; no obstante, el triunfo irrevocable de la luz
y la vida eterna sobre la entropía y el bosón de Higgs (la partícula del dios
de este mundo).
Félix M. de Óç.
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