Antes
de dar respuesta es importante saber, por una parte, que todo en el cosmos es
energía, incluido el cosmos; por otra, que la energía es equivalente a la
materia, el espacio tridimensional o hiperespacial no importa y el tiempo
paradójico.
La
materia, el espacio y el tiempo son manifestaciones intrínsecas de la energía;
o sea, que son lo mismo, pero en diferente situación. Por ejemplo: en un
universo de energía súper-lumínica, la materia y el espacio colapsan a cero
mientras que el tiempo avanza retroactivamente del pasado al futuro. Por eso se
dice que en la cuarta dimensión habitan las almas de los muertos, o al menos su
memoria.
Ahora
bien, de estas tres manifestaciones cósmicas, que a su vez se reducen a energía,
depende el universo y este de la velocidad de sus partículas o de la vibración
de las mismas. En el ejemplo anterior se habló de un universo súper-lumínico o
negativo de taquiones en donde el tiempo se retrotrae y la materia y el espacio
colapsan a razón de la gravedad infinita o de la aceleración producto de la
energía oscura. La consecuencia de esto es que el universo retorna a su estado
original cuántico con toda su información contenida en él, para nacer de nuevo
en una gran explosión cósmica, en otro Big-Bang de similares características (eterno
retorno) o totalmente distinto, siempre y cuando exista conciencia de aquel
hecho transmutado en conducta.
Entonces
hablamos de la posibilidad de un universo lumínico de energía psíquica o campo
psíquico de monadas de conciencia. En este universo el tiempo es cero, mientras
que la materia divaga o se extiende en el espacio bajo la complicidad permanente
de la eternidad de lo atemporal. En este universo neutro reina la conciencia,
sus estados y sus facultades, así como la asimilación de la información total y
el lenguaje.
Las
facultades de conciencia (la razón, la emoción, la intuición, la imaginación,
la fe, la memoria, el instinto, la
percepción extrasensorial, la psicoquinesia, etc.) le ayudan al ser a conocerse así
mismo y a su mundo. Con respecto a la asimilación de la información cósmica y
el lenguaje, podríamos decir que este último sería el orden lógico de aquella
información o también metafórico de la misma, según lo que se pretenda.
En
cuanto a los estados de conciencia podemos mencionar cuatro, sin menoscabo de
otras posibilidades. El estado inconsciente, el subconsciente, el consciente y
el supraconsciente. Este último estado permite al ser trascender su evolución
ontológica a una espiritual, lo cual implica, su acercamiento al Espíritu/Dios y
la creación de su propio mundo o resurrección.
Esto
quiere decir que, si el ser es consciente de que el universo, en el cual el
mismo se halla inmerso, es susceptible de cambio a su voluntad, nada ni nadie
lo podrá retener en un circulo vicioso de existencia absurda; por lo tanto, el
ser es libre y creador de su propia existencia, será entonces una verdadera
Esencia/Existencia, un dios pequeño o lo que es lo mismo un Hijo de Dios.
Sentado
esto solo queda hablar del universo físico positivo en donde el tiempo viaja
del pasado hacia el futuro demarcando la línea entrópica del caos; mientras que
la materia es de tipo hipo-lumínica en un espacio tridimensional o hiperespacio
cuántico.
Es
el universo clásico que vemos a nuestro alrededor: el sol, las estrellas, los
planetas, las personas, así como el cuántico que nos dejan entrever los
físicos. Un universo de materia ordinaria (quarks, protones, neutrones y
electrones) materia oscura, las cuatro
fuerzas de la naturaleza, la energía oscura y el infaltable campo de higgs y
por ende la masa. Es bueno aclarar que en este universo no toda la materia es
hipo-lumínica o con masa pues hay partículas lumínicas como los neutrinos y los
fotones.
Pero
lo más importante de todo es que estos tres universos coexisten con el ser y el
ser los experimenta en su existencia. Por consiguiente, sabiendo lo anterior
podemos dar oportuna respuesta.
Todo
consiste en que nacemos como el universo a partir de una gran explosión cósmica,
en nuestro caso un orgasmo de energía sexual; no obstante, en nosotros está
tanto el código genético de nuestros padres, como toda la información del
universo.
Vivimos
o crecemos de acuerdo a nuestra evolución, desde las partículas (Onda/Partícula)
que conforman nuestro cuerpo, determinadas por la evolución material hasta la
Ideología/Estado y nuestra Esencia/Existencia, derivadas de la evolución
cultural y ontológica a su vez.
Morimos
a causa de la entropía; no obstante, experimentamos el fin del universo a
consecuencia de la eternidad atemporal de la conciencia y lo mejor, es que
podemos resucitar y jugar a voluntad con la información de nuestro universo
colapsado; en otras palabras, crear nuestra realidad desde la idealidad de
nuestro ser.
En
conclusión, todo el proceso de nacer, vivir, morir y resucitar, el universo
positivo como negativo y neutro equivalen a las mismas etapas de nuestra
existencia; o sea, que nacemos como el universo, por lo tanto, tenemos su misma
edad; evolucionamos con él, pues nuestra vida es una continua evolución;
morimos pues como el universo somos susceptibles a la entropía; pero además
podemos resucitar siempre y cuando seamos conscientes de aquel acto. Lo cual a
su vez nos dice, que no debemos dejarnos llevar por la corriente de la
inconsciencia y ser mero hecho natural; sino todo lo contrario, que debemos ser
plenos de voluntad y legislar sobre nuestra naturaleza; en otras palabras,
debemos ser, ser; o sea, legisladores de nuestra propia existencia.
Félix M. de Óç.