miércoles, 15 de septiembre de 2010

JURISDICCIÓN DE LA LEY MORAL



JURISDICCION DE LA LEY MORAL EN EL SISTEMA DE COSAS...


Una dialéctica de salvación “Esto es lo que ha dicho Jehová: Los cielos son mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies...” (Isaías 66,1).


Hermanos en la Luz. Como pueden ver en el gráfico, el cuadrado simboliza una pequeñísima parte del enorme poder de Dios donde se cumple su ley moral desde el origen del universo, una especie de jurisdicción dialéctica en el sistema de cosas; pues Dios creó los cielos y la tierra[1] e hizo de estos su trono y de aquella el escabel de sus pies. E igualmente estableció su poder entre los hombres dividiendo en su creación la luz de la oscuridad: separando el bien del mal... “Y procedió Dios a decir: llegue haber luz. Después de eso vio Dios que la luz era buena, y efectuó Dios una división entre la luz y la oscuridad.” (Génesis 1, 3-4). Ahora bien, Jehová compartió, comparte y compartirá con Jesucristo, su Primogénito Hijo, el Reino de los Cielos (fruto de la Gran Renovación) para establecer con Él a su diestra, su trono del Bien en la Luz de su Espíritu... “Y la ciudad no tiene necesidad de que el sol ni la luna resplandezcan sobre ella, porque la gloria de Dios la alumbró, y su lámpara era el cordero. Y las naciones andarán por medio de su luz, y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria. Y sus puertas absolutamente no se cerrarán de día, pues allí no existirá noche.”(Revelación 21, 22-25); sin embargo, también consignó que la tierra debiera ser cárcel del Apostata maldito, que se sublevó contra Dios y por lo tanto fue arrojado a ella (universo físico) con la tercera parte de los ángeles rebeldes. Por medio de éste entro en el mundo del hombre el mal y el pecado. “Y estalló guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con el dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron. Pero este no prevaleció, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. De modo que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, el que es llamado diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” (Revelación 12, 7-9).


Observemos entonces que se ya se habla de la creación humana y con ella del mundo conceptual del hombre. No obstante, en la tierra se deja en claro la existencia del alma humana insuflada del aliento divino que acerca al hombre con el Espíritu Inmortal de Dios; pero además, del cuerpo físico hecho del barro universal... determinado a la muerte[2] “Y procedió Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. (Génesis 2, 7). Así las cosas, con el ser pensante nace la cultura o dimensión conceptual del hombre... aparece el mundo y con este el pecado que implica su distanciamiento de Dios (la tentación y la desobediencia): “Y también le impuso Jehová Dios este mandato al hombre: [...] pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque el día que comas de él positivamente morirás[3]... y sin embargo, “ante esto la serpiente le dijo a la mujer: positivamente no morirán. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo[4]”. Por consiguiente, La luz y la oscuridad se abren ante los ojos del hombre, el libre albedrío derruye al ser humano en un torrente de circunstancias que no entiende... Por un lado existe en el hombre una naturaleza divina insuflada de Dios que implica fe y sometimiento, además de su Gracia, Vida Eterna y libertad; por el otro su propio mundo, ahora cohabitado y gobernado por el diablo, la mentira, el mal y la muerte y por ende la esclavitud y la tiranía. Al pobre humano no le queda otra cosa que escoger a quien debe obedecer de ahora en adelante: o bien al Hijo de Dios como Alma Viviente en el Espíritu Santo o a Satanás en el mundo de muerte del Leviatán de los hombres. Satanás ha sugestionado al hombre a tal punto de obligarlo a fabricar ídolos de mentira, ideologías falsas adversas a Dios y a Jesucristo, a crear toda una parafernalia de universales que subsumen al ser auténtico en una supuesta objetividad de puros embustes... El Leviatán con sus engaños hipnotiza la mente humana, separa al hombre de sí mismo y a la mujer de sí misma y a todos los hombres y mujeres que pueda de la realidad Subjetiva y Personalísima de Dios. “Los formadores de la imagen tallada son todos ellos una irrealidad, y sus predilectas mismas no serán de ningún provecho; y como sus testigos ellas no ven nada ni saben nada, a fin de que se avergüencen. [...] Ellos no han llegado a saber, ni entienden, porque sus ojos han sido embadurnados para que no vean, su corazón para que no tenga perspicacia.” (Isaías 44; 9,18). Pero Dios en su infinito amor nos envió una esperanza: “He suscitado [a alguien] desde el norte, y él vendrá. Desde el nacimiento del sol el invocará mi nombre. Y vendrá sobre los gobernantes diputados como [si fueran] de barro y tal como un alfarero que holla el material húmedo.” (Isaías 41,25). El suscitado es el Hijo del Hombre que viene a desenmascarar al sistema, a corregir las cosas desde la Luz, a destruir imágenes y edificar un nuevo mundo espiritual en la tierra.


¡Oh hermanos míos en la Luz! Desde el comienzo el homicida ha sido siempre mentiroso... Nos ha hecho creer que el mundo contiene al cuerpo prisionero, este pobre al alma y el alma al espíritu de Dios al final... Pero en realidad hermanos míos: ¡Es en el Espíritu de Dios que se liberan nuestras almas, en su aliento se glorifica el cuerpo; y no obstante el polvo será cárcel de la vana influencia del apostata infernal[5]! El hombre ha creado su propio mundo, pero no lo gobierna; pues en él se han aposentado como gobernantes supremos Satanás y sus ángeles, como parásitos infernales dictan leyes injustas al oído del hombre. Nuestra misión hermanos, es la de no escucharlos más... ellos son el pecado, la mentira, el mal y la muerte. Por eso busquemos nuestra salvación en Cristo, en la Luz de Dios. En otras palabras hermanos: Sometámonos a la voluntad de nuestro Padre Celestial, esa será nuestra mayor libertad; pues porque creernos libres en el mundo sólo nos hace más esclavos del maligno.


Ahora bien mis amigos, escuchad, pues la libertad en Dios encierra una gran y dulce paradoja: Pues el esclavo de Dios lleva libertad en sus cadenas, Gracia de Dios; pues sus cadenas le redimen por Jesucristo de la esclavitud de su libertad al hombre en el mundo o sea del pecado original y escatológico, condena de Dios por el Diablo acusador. “Ahora han acontecido la salvación y el poder del reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos, que los acusa día y noche delante de nuestro Dios”. (Revelación 7, 10). Entre tanto, concomitantemente se perfecciona en Dios una ley moral... pues según esta ley dialécticamente diríamos: Que si Jesucristo es la tesis de Dios, su antítesis será Satanás, o sea el diablo; en consecuencia la síntesis será el Hijo del Hombre, que con su muerte y resurrección, implica su glorificación en Cristo: al Hijo de Dios y en su Gracia subsume el pecado del hombre y redime a la humanidad del mundo en el juicio final y por consiguiente, libera al hombre en Espíritu Santo... que en realidad viene a nosotros pues nosotros difícilmente podríamos ir a Él. “No obstante, les digo la verdad: es para provecho de ustedes que yo me voy. Porque sino me voy, el ayudante de ninguna manera vendrá a ustedes; pero si sigo mi camino, se lo enviaré a ustedes. Y cuando ése llegue dará al mundo evidencia convincente respecto al pecado y respecto a la justicia y respecto al juicio; en primer lugar respecto al pecado, porque ellos no están ejerciendo fe en mí; luego respecto a la justicia, porque voy al padre y ustedes no me contemplarán más; luego respecto al juicio, porque el gobernante de este mundo ha sido juzgado. [...] Salí del Padre y he venido al mundo. Además, dejo el mundo y sigo mi camino al Padre. [...] Les he dicho estas cosas para que por medio de mí tengan paz. En el mundo tendrán tribulación, pero ¡cobren ánimo! Yo he vencido al mundo.” (Juan 16, 7-11,28, 33). En conclusión hermanos, nuestra real misión en la tierra es hacer uso correcto de la facultad de elección. O sea, o dejamos yacer nuestra alma esclavizada en el cuerpo o glorificamos el cuerpo a través de nuestra alma liberada en Dios. Pues si el pecado consiste en el alejamiento del Padre y por consiguiente, en la muerte del hombre en el mundo; la Gracia significaría entonces: el regreso a Dios y por ende, la Resurrección del Hombre en su Espíritu. La glorificación de Dios en la tierra y de su Hijo y de sus Hermanos en Cristo: “[...] Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique a ti. [...] Yo te he glorificado sobre la tierra, habiendo terminado la obra que me has dado que hiciese. Así es que ahora, Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes de que el mundo fuese [...] Además yo les he dado la gloria que tu me diste, para que ellos sean uno así como nosotros somos uno.” (Juan 17; 1, 4, 5, 22). Entre tanto, debemos esperar el fin de este sistema de cosas y engaños, y esperar con fe y con cruz a cuestas, la llegada del Hijo del Hombre por segunda vez a la tierra. A una nueva tierra: a la otra nueva perspectiva de Luz, Amor y Fe, donde no existe la mentira y el reino de Poseidón fenoménico se haya secado: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. Delante de él huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos... Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe.” (Revelación 21, 1).


Félix M. de Óç. [1] Los cielos simbolizan aquella substancia trascendental que va más allá del universo físico o substancia inmanente, ésta a su vez, es simbolizada por la tierra y el mundo. Además existen otras moradas de Dios de las cuales sólo tenemos una mera reseña... Pues Dios en su infinita grandeza a creado muchos más universos. [2] “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3, 19) [3] Génesis 2, 17. En este pasaje bíblico: Dios le advierte tácitamente al hombre de que el inicuo está en la tierra y de que es responsabilidad suya creerle o no, ser mortal o inmortal; en otras palabras, que a consecuencia del libre albedrio (Poder de decisión), a razón de ser el hombre creado a imagen y semejanza suya, prescrito está a escoger entre el bien y el mal. Lo cual obliga a Dios a salvarlo del mal. Pues de lo contrario, el hombre en su flaqueza, estaría inevitablemente condenando a la muerte. [4] Génesis 3, 4-5. En este pasaje bíblico podemos observar que Satanás sabía que el hombre era inmortal por naturaleza (Dios no es Dios de muertos sino de vivos) y por lo tanto también sabía que de la única forma que podría matarle era engañándolo, provocando su alejamiento de Dios... o sea, generándole una muerte en vida, encerrándolo en su propia aflicción. Hipnotizándolo en el mundo. [5] Obsérvese y estúdiese el gráfico.

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