EL MUNDO COMO REINO MATERIAL Y PRISIÓN DEL APÓSTATA
“Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin”
(Revelación 22, 13)
(Revelación 22, 13)
“Y la bestia salvaje fue prendida y junto con ella el falso profeta que ejecutó delante de ella las señales con las cuales extravió a los que recibieron la marca de la bestia salvaje y a los que rinden adoración a su imagen. Estando todavía vivos, ambos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre.”(Revelación 19, 20).
El físico Francés Laplace creía que al conocer posición y velocidad de todas las partículas en un determinado momento del universo, el hombre podría predecir el pasado y el futuro del mismo por el resto del tiempo. En otras palabras, saber como funcionarían todas las cosas por determinación. Pues el universo parecía un mecanismo de relojería, una jaula de leyes físicas a la cual el hombre estaría condenado por siempre. Mas sin embargo, el principio de incertidumbre enunciado por Heisenberg corroboraría más tarde lo contrario: o sea, que el mundo físico también obedece a la indeterminación, o sea, a la libertad. Pues el Alma en Espíritu Santo jamás podrá ser atrapada por un engaño de opresión, por una mentira de cuatro dimensiones que pretende abarcarlo todo, reducirlo todo a fenómenos maquinales y a hombrecillos autómatas sometidos a la voluntad de Satanás. “y conocerán la verdad, y la verdad los libertará.”(Juan 8, 32). El Dragón sabe que al perder energía, lentamente se muere. Que su mundo colapsa, que el mismo reina en una tumba. Que ya no le queda tiempo. Que el trabajo de liberación comenzó desde Adán y Eva, continuó con Noé, Moisés y los profetas y avanzó de ipso facto en Jesucristo y Mohamed y todos los Santos Elegidos en el mundo. La palabra de Dios Reina en su creación. Él nos llama: “Diríjanse a Mí y sean salvos, todos ustedes [que están en los] cabos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.” (Isaías 45, 22). ¡Escuchemos su llamado hermanos! ¡Salvemos nuestras Almas! ¡Vivamos! ¡Démosle muerte a Satanás!
Pues bien: desde el punto de vista físico-religioso: el principio de incertidumbre fundamenta el libre albedrio de las personas, en otras palabras, su capacidad de decisión en la ley moral, su voluntad, su conciencia, su Alma. Sin embargo, el universo mecanicista también obedece a otras leyes que determinan la existencia corporal del hombre, las cuatro fuerzas físicas fundamentales[1] por ejemplo, y que establecen la estructura de la física clásica en el cosmos. Así como también existe entre otras, una fuerza o ley que gira en torno al caos: y es la entropía. Que vista desde una óptica físico-religiosa, implica el fin del mundo o muerte térmica del universo en un colapso definitivo o Big-Crunch inevitable. Al respecto escribe Hawking: “¿Cuál será el comportamiento futuro de las historias más probables del universo compatibles con la aparición de seres inteligentes? Parece haber varias posibilidades, según la cantidad de materia en el universo. Si ésta supera un cierto valor crítico, la atracción gravitatoria entre las galaxias las ira frenando hasta detenerlas. Entonces, empezarán a caer de nuevo las unas hacia las otras y chocaran con un gran crujido (Big-Crunch) que será el fin de la historia del universo en tiempo real”[2]. Sin duda alguna hay varias teorías pero una sola verdad.
El fin del universo físico se reducirá a una singularidad, a un lago de fuego; o sea, a un pequeñísimo punto infinitesimal y caótico, oscuro, de altísima temperatura debido a la enorme gravedad de la masa comprimida en medio de la nada absoluta... en los escombros del olvido de Dios. La materia, el espacio y el tiempo se colapsaran para siempre. Sólo las Almas de los justos, hijos de Eva, descendientes de Abraham y aquellos por Jesucristo y la Gracia de Dios serán liberadas de aquel sistema opresivo y llevadas a Espíritu Santo, en el cielo, en la Consciencia Infinita de Dios. Entre tanto los demonios que tanto daño han hecho, verán de aquel cementerio su morada de perdición: “Pues sus sepulturas han sido puestas en las partes más interiores de un hoyo, y su congregación resulta estar alrededor de su sepulcro, todos ellos muertos violentamente, caídos a espada, porque habían causado terror en la tierra de los vivientes.” (Ezequiel 32, 23).
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