ESPIRITUALIDAD, REALIDAD E IDEALIDAD
1.
La Espiritualidad es el encuentro con
el todo, la unión del ser con la fuente de energía dinámica.
Es como retornar al vientre de la
madre y no volvernos a sentir solos.
Es mirarnos desde la perspectiva de
Dios.
Es amar al prójimo como a nosotros
mismos entendiendo de corazón este sentimiento de empatía…
Es caminar por una verde pradera y sentir la brisa del viento; es oír el
susurro del mar a lo lejos o el latido de un perro en la distancia…
Es absoluta calma y reposo, mirando
desde una terraza a las aves del cielo, circunscribir el cielo.
Es navegar en un océano de paz y mirar
a los ojos a un inmenso león metálico, cual esfinge sideral y mística, soberana,
ilimitada, infinita en el espacio ¡Oh,
creatura viviente! sin parar de llorar de alegría…
Son tus amigos en la sala de tu casa
viniéndote a visitar después de sufrir solo una larga agonía… llena de angustia
y dolor.
Es la bendición de nuestros padres al
alba y en la noche antes de irnos a dormir…
Es nuestro primer beso y la emoción
de tener un hijo…
Es la intuición de ser, de existir,
de vivir en el seno de Dios junto a nuestros hermanos, hijos de Dios… es el ser
sentirse en Dios.
2.
La Realidad en cambio es una ramera
ataviada de objetos y fenómenos físicos, mundo de lentejuelas, burdel de luces,
embriagues y fantasía…
Pura contradicción entre la locura y
la sensualidad, entre la distorsión de los sentidos y el a posteriori, producto
de bohemios y orates de corbata y bata blanca, cirujanos de la historia, ávidos
de disecciones al orbe cadavérico y
esposos de la supuesta razón irracional y amantes narcisos, homosexuales, de
estúpidos de portafolios que se miran en un espejo antes de salir a la faena
del viernes por la noche, después de soportar 24 horas de trabajo, para
levantarse de la cama, para seguir durmiendo y soñando, pero ahora despabilados,
con ser los dueños y señores de una clase epistémica derruida en sí misma;
mientras que los más idiotas les escancian desde la barra, entre tanto, que
lamen los tacones altos de la prostituta en minifalda, que llega al cuarto de
media hora, embadurnada de maquillaje
abigarrado y perfume escandaloso…
Para atender al cliente que viene
dispuesto a perderse en el alcohol, la cocaína y el sexo hediondo pero
disimulado de almíbar de la refinada cortesana, a la vez que como obtuso de la irracionalidad se
derrama en el preservativo de la razón, cambiando goce por dinero, dinero de su
ingente esfuerzo, efecto del alma mater, causa sui generis de la misma, efecto autografiado
en un acto administrativo, emitido por los más imbéciles que le siguen el
juego… y lo que es peor, creen en ello, como en algo verdadero, lógico, pero la
realidad es falsedad investida de mala fe…
3.
Por otro lado, la Idealidad es una
virgen en un castillo que espera a su príncipe azul, sujeto cognoscente, que escala la torre en
busca de la doncella, pues para él, su pureza inmaculada es el predicado de
ensueño, que lleva en su corazón como regalo de bodas al caballero que ha
vencido al dragón esquizofrénico, que vigilaba la torre; y por ende, hablará
del príncipe para siempre, contará su historia en boca de la princesa y
proferirá de él cual el futuro rey que llegará a ser a consecuencia de su unión
con ella, en un final feliz…
No obstante, la idealidad es una verdad a medias, una mentira de buena fe…
En síntesis, la Idealidad es un
cuento de hadas que habla del ser en sí mismo; en contraste con la realidad que
es un momento de escape del ser como no ser, como cosa en sí… como objeto de
otros para otros… es el ser en el mundo…
Mientras
que la Espiritualidad alberga lo indefinible, todos en un solo ser; es como nuestro
padre abrazando a nuestra madre, es como nuestra madre abrazando a sus hijos;
sin ellos, como sagrada familia, somos una mentira…
Félix M. de Óç.
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