CANTO TRIGÉSIMO SÉPTIMO
1.
Desde
la llegada de Jesucristo al mundo, Satanás se ensañó contra el hijo del hombre,
su persecución fue implacable, pues sabía que el tiempo de los dos estaba cerca.
Persiguió a Jesús niño a través de Herodes, razón por la cual María y José debieron
escapar hacia Egipto.
“Y
se vio en el cielo una gran señal, una mujer vestida del sol, y la luna estaba
debajo de sus pies, y sobre su cabeza había una corona de doce estrellas, y ella estaba encinta. Y clama en sus dolores
y en su agonía por dar a luz. Y se vio
otra señal en el cielo, y, ¡miren!, un dragón grande de color de fuego, con
siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas; y su cola arrastra la tercera parte de las
estrellas del cielo, y las arrojó abajo a la tierra. Y el dragón se quedó de
pie delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, para, cuando diera a
luz, devorar a su hijo. Y ella dio a luz un hijo, un varón, que ha de pastorear
a todas las naciones con vara de hierro. Y su hijo fue arrebatado hacia Dios y
hacia su trono. Y la mujer huyó al
desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que la alimentaran allí
mil doscientos sesenta días”. […] Ahora
bien, cuando el dragón vio que había sido arrojado abajo a la tierra, persiguió
a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Pero las dos alas de la gran águila le fueron
dadas a la mujer, para que volara al desierto a su lugar; allí es donde es
alimentada por un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la cara de la
serpiente. Y la serpiente lanzó de su boca agua como un río tras la mujer, para
hacer que ella fuera ahogada por el río.
Pero la tierra vino en ayuda de la mujer, y la tierra abrió su boca y se
tragó el río que el dragón había lanzado de su boca. Y el dragón se airó contra la mujer, y se fue
para hacer guerra contra los restantes de la descendencia de ella, los cuales
observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar testimonio de Jesús. (Revelación)
“Después
que se hubieron retirado, ¡mire!, el ángel de Jehová se apareció en un sueño a
José, y dijo: “Levántate, toma al niñito y a su madre, y huye a Egipto, y
quédate allá hasta que yo te diga; porque Herodes está para buscar al niñito
para destruirlo”. De modo que él se
levantó y tomó consigo al niñito y a su madre, de noche, y se retiró a Egipto, y se quedó allá hasta el fallecimiento de
Herodes, para que se cumpliera lo que Jehová había hablado por su profeta, que
dijo: “De Egipto llamé a mi hijo”. (Mateo)
2.
Al
siguiente cara a cara con Jesús, Satanás le ofreció poder y riquezas sobre el
mundo físico y de paso le advirtió a cerca de su destino. La cuestión era de
tentarle a renunciar a su misión en la tierra y gobernar juntos el inframundo o
hacerle padecer toda clase de sufrimientos y vejámenes por una humanidad que a
todas luces siempre le sería ingrata…
“Entonces
Jesús fue conducido por el espíritu al desierto para ser tentado por el Diablo.
Después que hubo ayunado cuarenta días
y cuarenta noches, entonces sintió hambre. También, el Tentador vino y le dijo: “Si eres
hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en panes”. Pero en respuesta él dijo: “Está escrito: ‘No
de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la
boca de Jehová’”. Entonces el Diablo lo llevó consigo a la ciudad santa, y lo
apostó sobre el almenaje del templo y le
dijo: “Si eres hijo de Dios, arrójate abajo; porque está escrito: ‘A sus
ángeles dará encargo acerca de ti, y te llevarán en sus manos, para que nunca
des con tu pie contra una piedra’”. Jesús
le dijo: “Otra vez está escrito: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu Dios’”.
De nuevo el Diablo lo llevó consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le
mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: “Todas estas cosas te las daré si
caes y me rindes un acto de adoración”.
Entonces Jesús le dijo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a
Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir
servicio sagrado’”. Entonces el Diablo
lo dejó, y, ¡mire!, vinieron ángeles y se pusieron a ministrarle”.
(Mateo)
“De
modo que el Diablo, habiendo concluido toda la tentación, se retiró de él hasta
otro tiempo conveniente”. (Lucas)
Félix
M. de Óç.
Imagen de internet
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