CANTO
CUADRAGÉSIMO
1.
La
dimensión intermedia funciona como un velo que no permite ver el más allá y
hace que las almas añoren el más acá, el mundo físico… romper con esta venda es
la confrontación contra Satanás y por ende, la liberación del ser…
Jesucristo
habla con su Madre sobre la muerte y la confrontación contra Satanás.
“El
salvador respondió: “cuando, enviado por mi Padre para la salvación del mundo,
fui colgado de la cruz, el príncipe de las tinieblas vino hacía mí; pero, no
pudiendo encontrar ningún vestigio en su corazón, se retiró vencido. Yo le vi y
tú le verás, según la ley común del género humano, a la que te conformaras
muriendo, pero él no podrá hacerte daño, porque no hay nada en ti que esté en
él, y yo estaré contigo para protegerte. Ven, pues, en paz, porque la milicia
celeste te espera para que yo te introduzca en las alegrías del paraíso”. (Libro
del tránsito de la santísima Virgen, Madre de Dios)
“Y
ordenó al arcángel Miguel que trajera el alma de santa María. Y en seguida el
arcángel Gabriel levantó la piedra que cerraba el monumento, y el señor dijo:
“Levántate, amiga mía; tú, que no has sentido corrupción por el contacto del
hombre, no sufrirás la destrucción de tu cuerpo en la sepultura” (Libro
del tránsito de la santísima Virgen, Madre de Dios)
2.
Adán
aún en las regiones intermedias pide ayuda a su hijo, para salir del averno.
Seth por su parte, ruega el perdón para su padre y los patriarcas a lo cual
responde Jehová a través de Miguel.
“Entonces
Seth, aproximándose a los patriarcas y a los profetas, expuso: Me hallaba yo,
Seth, en oración delante del Señor, a las puertas del Paraíso, y he aquí que
Miguel, el numen de Dios, me apareció, y me dijo: He sido enviado a ti por el
Señor, y presido sobre el cuerpo humano. Y te declaro, Seth, que es inútil
pidas y ruegues con lágrimas el aceite del árbol de la misericordia, para ungir
a tu padre Adán, y para que cesen los sufrimientos de su cuerpo. Porque de
ningún modo podrás recibir ese aceite hasta los días postrimeros, cuando se
hayan cumplido cinco mil años. Entonces, el Hijo de Dios, lleno de amor, vendrá
a la tierra, y resucitará el cuerpo de Adán, y al mismo tiempo resucitará los
cuerpos de los muertos. Y, a su venida, será bautizado en el Jordán, y, una vez
haya salido del agua, ungirá con el aceite de su misericordia a todos los que
crean en él, y el aceite de su misericordia será para los que deban nacer del
agua y del Espíritu Santo para la vida eterna. Entonces Jesucristo, el Hijo de
Dios, lleno de amor, y descendido a la tierra, introducirá a tu padre Adán en
el Paraíso y lo pondrá junto al árbol de la misericordia”.
(Evangelio de Nicodemo)
3.
Satanás
habla con sus demonios sobre Jesucristo y se prepara para la contienda
final.
“…he
aquí que Satanás, príncipe y jefe de la muerte, dijo a la Furia: prepárate a
recibir a Jesús, que se vanagloria de ser el Cristo y el Hijo de Dios, y que es
un hombre temerosísimo de la muerte, puesto que yo mismo lo he oído decir: Mi
alma está triste hasta la muerte. Y entonces comprendí que tenía miedo de la
cruz. Y añadió: Hermano, aprestémonos, tanto tú como yo, para el mal día.
Fortifiquemos este lugar, para poder retener aquí prisionero al llamado Jesús
que, al decir de Juan y de los profetas, debe venir a expulsarnos de aquí.
Porque ese hombre me ha causado muchos males en la tierra, oponiéndose a mí en
muchas cosas, y despojándome de multitud de recursos”. (Evangelio
de Nicodemo)
“Y,
al oírlo, la Furia repuso: Yo te conjuro, por tu poder y por el mío, que no lo
traigas hacia mí. Porque, cuando me enteré de la fuerza de su palabra, temblé,
me espanté y, al mismo tiempo, todos mis ministros impíos quedaron tan turbados
como yo. No pudimos retener a Lázaro, el cual, con toda la agilidad y con toda
la velocidad del águila, salió de entre nosotros, y esta misma tierra que
retenía su cuerpo privado de vida se la devolvió. Por donde ahora sé que ese
hombre, que ha podido cumplir cosas tales, es el Dios fuerte en su imperio, y
poderoso en la humanidad, y Salvador de ésta, y, si le traes hacia mí,
libertará a todos los que aquí retengo en el rigor de la prisión, y encadenados
por los lazos no rotos de sus pecados y, por virtud de su divinidad, los
conducirá a la vida que debe durar tanto como la eternidad”. (Evangelio
de Nicodemo)
Félix
M. de Óç.
Imagen de internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario