martes, 16 de junio de 2015

ESPIRITUALIDAD, REALIDAD E IDEALIDAD


1.

La Espiritualidad es el encuentro con el todo, la unión del ser con la fuente de energía dinámica.
Es como retornar al vientre de la madre y no volvernos a sentir solos.
Es mirarnos desde la perspectiva de Dios.
Es amar al prójimo como a nosotros mismos entendiendo de corazón este sentimiento de empatía…
    Es caminar por una verde pradera y sentir la brisa del viento; es oír el susurro del mar a lo lejos o el latido de un perro en la distancia…
Es absoluta calma y reposo, mirando desde una terraza a las aves del cielo, circunscribir el cielo.
Es navegar en un océano de paz y mirar a los ojos a un inmenso león metálico, cual esfinge sideral y mística, soberana, ilimitada,  infinita en el espacio ¡Oh, creatura viviente! sin parar de llorar de alegría…
Son tus amigos en la sala de tu casa viniéndote a visitar después de sufrir solo una larga agonía… llena de angustia y dolor.
Es la bendición de nuestros padres al alba y en la noche antes de irnos a dormir…
Es nuestro primer beso y la emoción de tener un hijo…
Es la intuición de ser, de existir, de vivir en el seno de Dios junto a nuestros hermanos, hijos de Dios… es el ser sentirse en Dios.

2.

La Realidad en cambio es una ramera ataviada de objetos y fenómenos físicos, mundo de lentejuelas, burdel de luces, embriagues y fantasía…
Pura contradicción entre la locura y la sensualidad, entre la distorsión de los sentidos y el a posteriori, producto de bohemios y orates de corbata y bata blanca, cirujanos de la historia, ávidos de disecciones al orbe cadavérico  y esposos de la supuesta razón irracional y amantes narcisos, homosexuales, de estúpidos de portafolios que se miran en un espejo antes de salir a la faena del viernes por la noche, después de soportar 24 horas de trabajo, para levantarse de la cama, para seguir durmiendo y soñando, pero ahora despabilados, con ser los dueños y señores de una clase epistémica derruida en sí misma; mientras que los más idiotas les escancian desde la barra, entre tanto, que lamen los tacones altos de la prostituta en minifalda, que llega al cuarto de media hora,  embadurnada de maquillaje abigarrado y perfume escandaloso…
Para atender al cliente que viene dispuesto a perderse en el alcohol, la cocaína y el sexo hediondo pero disimulado de almíbar de la refinada cortesana, a la vez  que como obtuso de la irracionalidad se derrama en el preservativo de la razón, cambiando goce por dinero, dinero de su ingente esfuerzo, efecto del alma mater, causa sui generis de la misma, efecto autografiado en un acto administrativo, emitido por los más imbéciles que le siguen el juego… y lo que es peor, creen en ello, como en algo verdadero, lógico, pero la realidad es falsedad investida de mala fe…

3.

Por otro lado, la Idealidad es una virgen en un castillo que espera a su príncipe azul,  sujeto cognoscente, que escala la torre en busca de la doncella, pues para él, su pureza inmaculada es el predicado de ensueño, que lleva en su corazón como regalo de bodas al caballero que ha vencido al dragón esquizofrénico, que vigilaba la torre; y por ende, hablará del príncipe para siempre, contará su historia en boca de la princesa y proferirá de él cual el futuro rey que llegará a ser a consecuencia de su unión con ella, en un final feliz…
No obstante, la idealidad es una verdad a medias, una mentira de buena fe…

En síntesis, la Idealidad es un cuento de hadas que habla del ser en sí mismo; en contraste con la realidad que es un momento de escape del ser como no ser, como cosa en sí… como objeto de otros para otros… es el ser en el mundo…
  Mientras que la Espiritualidad alberga lo indefinible, todos en un solo ser; es como nuestro padre abrazando a nuestra madre, es como nuestra madre abrazando a sus hijos; sin ellos, como sagrada familia, somos una mentira…

Félix M. de Óç.

                   

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