viernes, 12 de noviembre de 2010

LAS CLASES DE HOMBRES EN EL HOMBRE



LAS CLASES DE HOMBRES EN EL HOMBRE

Hermanas y hermanos en la luz de Dios. Como pueden observar, el hombre sufre y goza de una triple naturaleza a causa de su desobediencia. De su inframundo corporal el hombre-bestia lucha por subsistir en el campo de batalla del hombre-normal que direcciona su energía psíquica o bien hacia su bestialidad o bien hacía su ángel sempiterno. De tal confrontación de fuerzas puede surgir ingenio de vida o de destrucción... La humanidad encausa su conocimiento para desentrañar la energía oculta en la naturaleza para bien o para mal según quién predomine en la batalla del hombre-normal. Como por ejemplo: la energía nuclear, que puede ser utilizada como fuente energética para movilizar a una ciudad, suministrar electricidad a hospitales, hogares y empresas o para destruirla y matar a sus habitantes desatando al Hades preso en una bomba atómica. El hombre puede ser entonces: Eros o Tanatos.


En un debate sobre la paz, Freud de manera pesimista argumentaba contra Einstein la imposibilidad de evitar en el hombre su tendencia hacia la agresividad por considerarla parte de la naturaleza humana; no obstante, también establece el progreso cultural del hombre civilizado como posible talanquera a sus instintos. Transcribo a continuación apartes del debate sobre la posibilidad de la paz[1]:


“Estimando señor Freud, (...) ¿Ese posible dirigir la evolución psíquica de los hombres de modo tal que sean capaces de resistir la psicosis del odio y la destrucción? Muy cordialmente suyo, Albert Einstein”.


“Estimado señor Einstein. (...) Se sorprende usted de que sea tan fácil excitar a los hombres a la guerra, y presume que en ellos haya algo -una pulsión al odio y la destrucción- que esté listo a acogerse a una instigación tal. No puedo sino coincidir sin reservas con usted. Yo creo en la existencia de tales pulsiones y en los últimos años he intentado estudiar precisamente sus manifestaciones. Presumo que las pulsiones del hombre sólo sean de dos tipos: las que tienden a conservar y a unir, a las que llamamos tanto eróticas (exactamente en el sentido en que platón usaba el término Eros en el Simposio) como sexuales (extendiendo intencionalmente el concepto popular de sexualidad), y las que tienden a destruir y matar. Estas últimas las agrupamos en la denominación de pulsión agresiva o destructiva. (...) Ahora bien: parece que casi nunca una pulsión de un tipo puede actuar de forma aislada; está siempre conectada (ligada, como decimos nosotros) con cierto monto de su contraparte, que la modifica a medias o, en ocasiones, subordina el alcance de esta última en determinadas condiciones. Así, por ejemplo, la pulsión de autoconservación es ciertamente erótica, pero ello no exime que deba recurrir a la agresividad para cumplir cuanto se espera. Del mismo modo, la pulsión amorosa, dirigida a los objetos, necesita un quid de la pulsión de apropiación si de veras quiere apoderarse de su objeto. La dificultad para aislar ambos tipos de pulsión en sus manifestaciones ha provocado que durante todo este tiempo no hayamos lograr identificarlas. (...) Es muy raro que el acto sea obra de un solo acto de pulsión, el cual por otra parte debe ser ya una combinación de Eros y de destrucción. (...) El placer de agredir y de destruir es, por cierto, uno de ellos. Innumerables crueldades de la historia y de la vida cotidiana confirman la existencia y la fuerza de los citados placeres. El hecho de que estos impulsos destructivos estén mezclados con otros, eróticos e ideales, facilita, obviamente, su satisfacción. (La agresividad social es una exteriorización del instinto de muerte) (...) Quisiera volver un momento más sobre nuestra pulsión destructiva, menos conocida de lo que requiere su importancia. Especulando un poco estamos persuadidos, en efecto, de que opera en todo ser vivo y que su aspiración es la de llevar a éste a la ruina, reconduciendo su vida al estado de la materia inanimada. Con toda seriedad se le adjudica el nombre de pulsión de muerte, mientras que las pulsiones eróticas vienen a representar los esfuerzos hacia la vida. La pulsión de muerte deviene pulsión destructiva cuando, con la ayuda de determinados órganos, se dirige hacia fuera, contra los objetos. Por decirlo así, el ser vivo defiende su vida en cuanto destruye la ajena. No obstante, una parte de la pulsión de muerte permanece activa dentro del ser vivo, y nosotros hemos intentado derivar una serie de fenómenos normales y patológicos a partir de esta interiorización de la pulsión destructiva. (...) Para los fines inmediatos que nos hemos propuesto, de lo dicho anteriormente extraemos la conclusión de que no hay esperanza de poder suprimir las inclinaciones agresivas de los hombres. (...) Partiendo de nuestra mitológica doctrina de las pulsiones, llegamos fácilmente a una fórmula para definir las vías indirectas de la lucha a la guerra. Si la propensión a la guerra es un producto de la pulsión destructiva, es obvia la necesidad de recurrir a la antagonista de esta pulsión: el Eros. Todo lo que hace que surjan vínculos emocionales entre los hombres, debe actuar contra la guerra. Estos vínculos pueden ser de dos tipos. En primer lugar, relaciones que, pese a carecer de meta sexual, se asemejan a las que se tienen con un objeto de amor. El psicoanálisis no necesita avergonzarse si aquí se habla de amor, porque la religión dice lo mismo: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Ahora bien, ésta es una exigencia fácil de plantear, pero difícil de realizar. El otro tipo de vínculo emocional es el que se establece mediante la identificación. Todo lo que provoca solidaridad significativa entre los hombres despierta sentimientos comunes de este tipo. Las identificaciones. Sobre ellas reposa buena parte del equilibrio de la sociedad humana. (...) ¿Cuánto debemos esperar hasta que también otros se vuelvan pacifistas? No se puede decir, pero quizá no sea utópico esperar a que la influencia de dos factores (una actitud más civilizada y el justificado temor a los efectos de una guerra futura) pongan fin a las guerras en el porvenir. Por medio de que vías, si directas o indirectas, es algo que no podemos adivinar. Entre tanto, hay algo que podemos decir: todo lo que favorece a la civilización, trabaja también contra la guerra”.


Así las cosas, nuestra agresividad no debe ser enfocada hacia nosotros mismos ni hacia nuestros congéneres: la especie humana y por extensión al medio ambiente en que vivimos; sino todo lo contrario, la lucha debe ser ajedrecística, encausada no a matar al rey negro sino enjaularlo... domar la bestia para que nos sirva... sin desconocer su real importancia en nuestra supervivencia o evolución perpendicular en la tierra... no obstante, nuestro ser espiritual debe reinar existencialmente, o sea, de mil maneras siete veces: debemos ser seres humanos pero Hombres-Divinos o Ángeles a la vez. Esto es reconocer nuestra Alma liberada en Espíritu Santo, y que sea nuestra bestia una cicatriz, un recuerdo, una ínfima manchita en el corazón palpitante de vida Eterna. Nuestra evolución psicofísico-espiritual debe ser equitativa, armoniosa y estable en cada uno de sus niveles universales.


El hombre es la conformación energética, discontinua y susceptible de cambio elevada a creación por el Logos Divino. El Hombre-Divino es el ser existencial, el Zeus en cada uno, es la energía vital o Ángel de vida eterna, el Alma infinita en el cielo: “Porque cuando se levanten de entre los muertos, ni se casan los hombres ni se dan las mujeres en matrimonio, sino que son como los ángeles en los cielos”[2]. El Hombre-Normal, la discontinuidad: la parte con respecto del algo... y su extensión, la humanidad: el Poseidón Fenoménico... el barro, la brisa y la profundidad acuosa, incluso el Leviatán: “Y procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente[3]... “Y quité el segundo sello y vi y observé al ángel del Agua. Y de sus labios fluía la Luz de la Vida y El se inclinó sobre la Tierra y le dio al hombre un océano de amor. Y el hombre entró a las aguas claras y relucientes. Y cuando tocó el agua, las corrientes claras se opacaron y las aguas de cristal se volvieron turbias y con lama. Y los peces agonizaban en la oscuridad inmunda y todas las criaturas murieron de sed. Y giré mi rostro con vergüenza[4]. Y finalmente el Hombre-Bestia, la susceptibilidad de cambio, el no ser debe ser su posibilidad de ser... el cambio implica la evolución natural y existencial del hombre. El equilibrio final entre el león y el ángel y el hombre. “Jesús dijo: Bienaventurado es el león que se convierte en hombre cuando es consumido por el hombre, y maldito es el hombre que el león consume, y el león se convierte en hombre[5].


Félix M. de Óç.

[1] La cita es tomada del Atlas Universal de Filosofía. OCEANO.
[2] Marcos 12, 25
[3] Génesis 2, 7
[4] Libro de las Revelaciones de los Esenios
[5] Evangelio de Tomás, versículo 7.

sábado, 6 de noviembre de 2010

¿QUÉ SIGNIFICA ARKHÉ?



¿QUÉ SIGNIFICA ARKHÉ?

1.
“Y procedió Dios a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y también las estrellas” (Génesis 1, 16). Acaso este versículo no se refiere a las tres grandes religiones monoteístas del mundo... todos descendientes de nuestro ancestro Abrahán. Quisiera recordarles amigos que nuestra hermandad de Arkhé fue fundada por tres hermanos de diferentes credos religiosos, un Musulmán: Abdul Halic Mohamed ibn Silva, el otro el Gnóstico Riguel y el Cristiano Félix M. de Óç.

2.
Hermanos míos, el concepto griego de Arkhé[1] significa el origen de las cosas, del universo, de todo lo que existe y aún no existe, etc. Los fisiólogos griegos como por ejemplo: Tales de Mileto (624-546 a. C.) creía que el origen de todo era el agua... “Tales vio en el agua la materia primera de que todo se ha hecho. Él mismo dirigía una escuela de marinos, vivía junto al mar y contemplaba cómo el agua se dilataba hasta el infinito...”[2] . Para Heráclito de Éfeso (535-475 a. C.), era el devenir del mundo y la unidad de contrarios en él presente, la causa primigenia de la existencia de las cosas... “Todo lo permanente es apariencia que surge de que, transitoriamente, se equilibran fuerzas contrarias...”[3] . Para los pitagóricos el origen era el número, mas no comprendido este como un simple guarismo o cifra, tal como se concibe en la actualidad, sino como algo de carácter elevado, místico, de gran armonía musical y matemática... “A partir de la convicción según la cual el mundo posee una naturaleza matemática, Pitágoras (582-497 a. C.) llegó a una conclusión extraordinaria: todo el universo debe considerarse como un enorme instrumento musical...”[4] . Para Parménides de Elea (539-480 a. C.) el arkher será el Esfero. El ser. El ser es pensar. El ser, es lo que existe, porque incluso lo que no existe es: “[...] El uno, que el ser es y que el no-ser no es. Es el camino de la certeza, ya que acompaña a la verdad. El otro, que el ser no es y que necesariamente el no-ser es. Este camino es un estrecho sendero, en el que nada iluminará tus pasos. Ya que no puedes comprender lo que no es, pues no es posible, ni expresarlo por medio de palabras. Porque lo mismo es pensar y ser”[5]. Para el Gorgias de Leontino en Sicilia[6] (483-375 a. C.) el origen de todo es la nada. “ciertos filósofos (como Gorgias) sostuvieron que nada existe, que si algo existe es incognoscible y que si es cognoscible es inexpresable”[7] Pues si existiera algo, tendría que haber sido creado (cosa que para Parménides es imposible) o eterno. “si fuera eterno, tendría que ser también infinito. Ahora bien, un infinito no puede estar ni en algún lugar, ni en ningún lugar; por lo tanto no existe en absoluto. De donde se sigue que la naturaleza es el no-ser... Si algo existiera, no sería cognoscible... Pensar y ser son, según Parménides, lo mismo... (Y si se piensa en algo absurdo, ¿sólo porque se piensa es?)...si algo pudiera ser conocido, no podría ser expresado ¿Cómo puede estar la idea que yo tengo a la vez en mí y en otro?" [8]. Ahora bien, hubo otros filósofos que creyeron hallar el origen de todo cuanto exsite en otros conceptos o cosas, como por ejemplo: Anaximandro de Mileto (610-546 a. C.) en lo indefinido. Anaxímenes de Mileto (585-525 a. C.) en el aire. Zenón el dialéctico (490-430 a. C.) en el ser y en sus paradojas del no movimiento. Meliso el consumador (h. 444 a. C.) en el ser infinito. Empédocles de Agrigento (490-430 a. C.) en los cuatro elementos. Anaxágoras de Clazomene (500-428 a. C.) en elementos infinitos en número y la mente. Demócrito de Abdera (460-370 a. C.) en los átomo indivisibles, el espacio vacio y el movimiento. Pero fue para Jenófanes, el teólogo (580-485 a. C.) que el origen proviene del Dios universal. “Así predica Jenófanes por vez primera al Dios universal, al señor único de todos los pueblos, tal como ya antes lo había enseñado el Antiguo Testamento a los judíos”[9] .

Y este es el verdadero origen de la creación. Nuestro Arkhé por lo tanto será el Logos Sagrado de Dios. Su Santísima Palabra. Que fue revelada al hombre para que este crea: “Es por eso que en la región de la luz tienen que glorificar a Jehová, en las islas del mar el nombre de Jehová, el Dios de Israel. Desde la extremidad de la tierra hay melodías que hemos oído: ¡Decoración al justo!”[10] Porque el Logos Divino, es la fuerza creadora de todo lo visible e invisible. La palabra de Dios por lo tanto, une a todo hombre creyente y hace de cada uno: REY, SACERDOTE Y PROFETA. Rey: para que domine su cuerpo en el mundo, Sacerdote: para que se comunique con su Alma en Espíritu Santo y Profeta: para que revele a la humanidad los secretos del cielo por boca de Dios.

Félix M.de Óç.

[1] Arché (según otros, arjé, o también arkhé, del griego ἀρχή, "fuente", "principio" u "origen") es un concepto en filosofía de la antigua Grecia, significando el comienzo del universo o el primer elemento de todas las cosas. También puede significar sustancia o materia, es decir, aquello que no necesita de ninguna otra cosa para existir, sólo él mismo. WIKIPEDIA.

[2] Manual de Historia de la Filosofía. Johann Fischl. Ed. Herder.
[3] Ibídem.
[4] Atlas Universal de Filosofía. OCEANO
[5] Texto de los Grandes Filósofos. Edad antigua. R. Verneaux. Ed. Herder.
[6] Académicamente no puede considerarse al Gorgias como arkheista, pues hace parte del segundo periodo de los filósofos griegos. A la filosofía ática: más exactamente a los sofistas.
[7] Diccionario de Filosofía. J. Ferrater Mora.
[8] Manual de Historia de la Filosofía. Johann Fischl. Ed. Herder.
[9] Ibídem.
[10] Isaías 24, 15

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LAS MORADAS DE DIOS





LAS MORADAS DE DIOS




“En la casa de mi padre hay muchas moradas...” (Juan 14, 2).






Hermanos en la luz de Dios: La totalidad del logos de nuestro ser espiritual... conserva la unidad del logos restante... El cuerpo, cuyo logos se divide en número infinito de posibilidades evolutivas... Entidades psicofísicas que evolucionan perpendicularmente a nuestra Alma y que igualmente evoluciona en el Espíritu Santo de nuestro verdadero Dios Viviente. Cada cuerpo y su respectivo universo físico y conceptual, adhiere a su Alma un sinnúmero de información y experiencia en el proceso de crecimiento biotecnológico. Cada ser humano crece y sigue los pasos de la luz en una Súper-consciencia infinita y eterna. Pero casi siempre nuestra humanidad bestial nos arrastra hacia el abismo de oscuridad y distracciones conceptuales y permanecemos allí, abiertos la boca, mientras nuestro ser espiritual pugna por sacarnos de la cisterna... entonces efectivamente aparece la lucha entre la divinidad y la bestia y en medio el hombre como campo de batalla; pero “Jesús dijo: Bienaventurado es el león que se convierte en hombre cuando es consumido por el hombre, y maldito es el hombre que el león consume, y el león se convierte en hombre”( Evangelio gnóstico de santo Tomás versículo 7). De allí, que cortarle la cabeza a la bestia implica recobrar las alas del león... elevarse a consciencia espiritual por encima de la selvas de piedra...




“El que viene de arriba está sobre todos los demás. El que es de la tierra, de la tierra es y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está sobre todos los demás” (Juan 3, 31).

Félix M. de Óç.






Imagen tomada de internet

CUERPO Y ALMA IGUAL ANDRÓGINO


EL CUERPO Y EL ALMA ANTES Y DESPUÉS DE LA TRANSGRESIÓN...


“Por lo tanto Jehová mismo les dará a ustedes una señal: ¡Miren! La doncella misma realmente llegará a estar en cinta, y ella está dando a luz un hijo, y ciertamente le pondrá por nombre Emmanuel.” (Isaías 7, 14).


Hermanos en la luz de Dios. Cuando Jesús el Cristo se ofreció al Padre en sacrificio nuestro... vio reducida su Substancia Vital de Espíritu Santo a mera energía en disolución de esencia. En otras palabras, fue animalizado su cuerpo para ofrenda de holocausto. “Pero contemplamos a Jesús, que ha sido hecho un poco inferior a los ángeles, coronado de gloria y honra por haber sufrido la muerte, para que la bondad inmerecida de Dios gustase la muerte por todo [hombre]”[1]. Ahora bien, según el libro del Génesis los Hombres Vivos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios; no obstante, de barro (materia-espacio-tiempo) o sea, hechos de energía purísima una vez consagrada por el Logos Divino del Padre Celestial. Y vino a ser el hombre una unidad indisoluble de cuerpo y alma en habitad del Edén. “Y procedió Dios a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: Sean fructíferos y háganse muchos [...]”[2] . En consecuencia, en los orígenes: el Hombre fue creado como unidad de contrarios: macho y hembra en un solo ser de Vida Eterna y sin embargo procedentes de Dios: “Es por eso que el hombre dejará a su padre y a su madre y tiene que adherirse a su esposa y tienen que llegar a ser una sola carne.”[3]. Si bien fuimos creados, irrevocablemente por nuestro Padre-Madre que es Dios[4]... Él nos levantó de la energía dinámica mediante una bendición de Vida Eterna... en consecuencia, conservamos su imagen y semejanza en el ser creado hasta antes de la caída... pero a partir de allí, se nos disolvió en dos partes: en un Alma o Ser Espiritual en Edén y en un Cuerpo o Entidad Psicofísica en el ambiente.


Los antiguos griegos tuvieron comprensión de tal situación y a su manera, en el mito del andrógino lo escribieron. En el libro el banquete de Platón se dice: “En primer lugar, eran tres los géneros de los hombres, no dos, como ahora, masculino y femenino, sino que había también un tercero que participaba de estos dos, cuyo nombre perdura hoy en día, aunque como género ha desaparecido. Era en efecto entonces el andrógino una sola cosa, como forma y como nombre, partícipe de ambos sexos, masculino y femenino, mientras que ahora no es más que un nombre sumido en el oprobio. Se comenta de ellos que “Eran, pues seres terribles por su vigor y su fuerza; grande era además la arrogancia que tenían, y atentaron contra los dioses. De ellos también se dice, lo que cuenta Homero de Efialtes y de Oto, que intentaron hacer una escalada al cielo para atacar a los dioses. Entonces, Zeus y los demás dioses deliberaron qué debían hacer, y se encontraban en grande aprieto. No les era posible darles muerte y extirpar su linaje, fulminándolos con el rayo como a los gigantes, pues en ese caso los honores y los sacrificios que recibían de los hombres se hubieran acabado, ni tampoco consentirles su insolencia. Con gran trabajo, al fin Zeus concibió una idea y dijo: Me parece tener una solución para que pueda haber hombres y para que, por haber perdido fuerza, cesen su desenfreno. Ahora mismo voy a cortarlos en dos a cada uno de ellos y así serán a la vez más débiles y más útiles para nosotros por haberse multiplicado su número” (El Banquete de Paltón. Editorial Folio). Ahora bien, comparemos el mito del andrógino con el Génesis en el capítulo 6: “Después de eso dijo Jehová: ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que también es carne. Por consiguiente sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”. En consecuencia, en este pasaje bíblico el hombre es reducido a ser mortal; no obstante, su inmortalidad se sostiene en su alma, deduciendo lo anterior, de la imagen y semejanza de Dios en la creación del hombre. Ahora bien, en cuanto a la arrogancia de los hombres y la maldad y destrucción de los nefilim o gigantes, veamos que dice el Génesis sobre esto: “Los nefilim se hallaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos del Dios [verdadero] continuaron teniendo relaciones con las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos fueron los poderosos que eran de la antigüedad, los hombres de fama. Por consecuencia vio Jehová que abundaba la maldad del hombre en la tierra y que toda inclinación de los pensamientos de su corazón era solamente mala todo el tiempo. [...] y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios [verdadero] y se llenó la tierra de violencia. [...] De modo que vio Dios la tierra y, ¡mire! Estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra. Después de eso Dios le dijo a Noé: el fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos: y aquí estoy arruinándolos junto con la tierra. [...] Y de veras que establezco mi pacto contigo; y tienes que entrar en el arca, tú y tus hijos y tu esposa y las esposas de tus hijos contigo”. En el anterior pasaje los nefilim son destruidos como los gigantes en el mito de Platón, pero a Noé y su descendencia se les perdona la vida; no obstante su descendencia es arrogante como los andróginos y por lo tanto es dividida y así cesa la construcción de la torre de Babel. En otras palabras se les impide tomar el cielo por asalto. En el Génesis 11 se escribe: “Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras. [...] y empezaron a decirse, cada uno al otro: ¡Vamos! Edifiquemos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre, por temor de que seamos dispersados por toda la superficie de la tierra. Y procedió Jehová a bajar para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. A continuación dijo Jehová: ¡Mira! Son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos, y esto es lo que comienzan a hacer. Pues, ahora no hay nada que tengan pensado hacer que no les sea posible lograr[5]. ¡Vamos bajemos! Confundamos allí su lenguaje para que no escuche el uno el lenguaje del otro. Por consiguiente, los dispersó Jehová de allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad. Por eso se le dio el nombre de Babel, porque allí había confundido Jehová el lenguaje de toda la tierra, y de allí los había dispersado Jehová sobre toda la superficie de la tierra”.


El resultado de la transgresión como en el antiguo testamento se predica[6] determinó la caída de los Hombres Vivientes. Tal caída además, generó como consecuencia inevitable la división del ser original en dos códigos complementarios y su consecuente proceso evolutivo de restauración o purgación en el mundo de denunciación o sufrimiento (para el cuerpo o entidad psicofísica) y para el alma como garante del espíritu... o ángel de Dios para los hombres. En Efesios capítulo 4 versículos del 3 al 6, el apóstol Pablo menciona tal unidad y división a la vez, y como debemos esforzarnos para conservar dicha integración en Dios al actuar de manera tolerante entre nosotros, a la letra nos dice: “...esforzándose encarecidamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz. Un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; un señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos y por todos y en todos”.


Ahora bien, doxásticamente digamos, que se creó un universo físico para la entidad somática y otro conceptual para la mente. Entre tanto el ser espiritual continuó como señal del primer pacto en el Edén. “Y ciertamente me acordaré de mi pacto que hay entre mí y ustedes y toda alma viviente entre toda carne... y tiene que ocurrir el arcoíris en la nube, y ciertamente lo veré para acordarme del pacto hasta tiempo indefinido entre Dios y toda alma viviente entre toda carne que está sobre la tierra”[7]. Pues bien, lo que el logos creador había unido para beneficio de la vida en la creación se vio disuelto por la arrogancia de los hombres en la búsqueda de su libertad en compañía de los otros tres reinos transgresores. El pecado original como alejamiento de Dios aparece y con él sus consecuencias devastadoras para nuestra conciencia en evolución. El hombre como en la parábola del hijo prodigo pide su herencia a su Padre y le abandona, para asumir su soledad en el mundo. Nuestras Almas y Cuerpos se separan en un viaje de depuración espiritual, un viaje perpendicular entre la tierra y el cielo... que pronto re-encausará su camino en Dios.


Desde un punto de vista físico-religioso nuestros cuerpos se componen de materia ordinaria fruto de la evolución material desarrollada desde la creación del universo. No obstante la materia ordinaria, existe además su contraparte de materia extraordinaria o antimateria que posee idénticas propiedades, pero que al ser unificadas, las dos explotan en una desintegración total de energía. “¿Qué es entonces la antimateria? Una roca hecha de antimateria tendría el aspecto de una roca, y lo mismo ocurriría con una persona, o con una estrella. Además, el material hecho de antimateria exhibiría las mismas propiedades físicas que la materia normal: el agua herviría a 100 grados Celsius y se congelaría a 0 grados; no obstante, cuando la materia y la antimateria entran en contacto se aniquilan mutuamente, pues la masa se convierte completamente en energía produciendo una explosión increíblemente violenta[8]. Esto siempre y cuando la integración de la masa ocurra “fuera del control” del Logos Creador; o sea de manera natural. Pero si a la unión de dichas formas creadas de energía simple se agrega La Palabra de Dios cual bendición sacra, el resultado de tal matrimonio será el nuevo Hombre viviente... un ser poderoso de energía purísima: un semi-dios o tal vez un dios. Me pregunto: ¿Qué relación podrá existir entre mi Maestro Jesucristo y su Madre, la Madre de Dios María Santísima? ¿Serán acaso el complemento perfecto entre Alma y Cuerpo? ¿Cómo lo fue Adán y Eva en el origen del primer Hombre Viviente? Lo cierto es que para mí, María Santísima significa la manifestación femenina de Dios en el altar... con eso al respecto creo decirlo todo.


En conclusión hermanos, el hombre fue dividido en Alma y Cuerpo. La primera subsiste como garante de vida eterna; entre tanto que el cuerpo evoluciona como antítesis del espíritu... esperando el feliz retorno a la vida eterna... en una hermosa síntesis con Dios a través de nuestro hermano mayor Jesucristo. “Jesús le dijo: Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[9].


Félix M. de Óç.


[1] Hebreos 1, 9.
[2] Génesis 1, 27-28.
[3] Génesis 2, 24.
[4] El Dios Vivo de Abrahán, Jacob, Ismael e Israel. Por lo tanto un solo Dios verdadero (monoteísmo).
[5] Compárese con Génesis 3, 22
[6] Ver Daniel capítulos: 7 y 8, Génesis capítulos: 2, 6 y 11
[7] Génesis 9, 15 y 16
[8] Arrugas en el tiempo. George Smoot y Keay Davidson. CÍRCULO DE LECTORES
[9] Juan 14, 6