miércoles, 6 de noviembre de 2013

HISTORIA DE LA BELLA ONDINA Y EL CENTAURO DE ÓÇ.

VERSIÓN 2


En Edén... Más exactamente en la isla de Óç. Al otro lado de los confines cósmicos del universo oscuro del demiurgo Samael. El centauro Félix cantaba sus versos de amor a la hermosa Dayana, princesa ondina de aguas cristalinas y olas etéreas de mar:
_ “¡Oh mi bella amada! Princesa ondina de cabello liso y frio como cascada de hielo. Ven sobre mi espalda a viajar sobre el agrimensor de esta ínsula. Tuya es, como tuyo es mi corazón de poeta. Ven conmigo, amada mía  y lanzaré mi flecha al infinito, para que guie nuestro amor por el eterno sendero de frutas frescas que te ofrezco.  ¡Oh mi bella ondina! Tuyo es mi paraíso de poesía, vergel de fantasía en donde vivimos esta historia de amor  tomados de la mano”.   

Así, cada tarde la bella ondina subía al lomo del centauro y juntos recorrían a plenitud toda la isla de Óç.  Eran felices.

Hasta que un día en las sombras... La vampira Lilith oyó el canto del centauro, cual lejana luminaria musical en la noche. Entonces sintió celos de aquellas amorosas palabras a la ondina. Se llenó de ira y envidia de tanto amor desplegándose como brisa cálida entre el mar, la playa y la arboleda... Se quejó de Dayana ante su esposo el orate Samael para que raptara a la princesa y la arrojara al mundo.

_ “Mirad Samael. Ella es veneno más que princesa de agua y manantiales. Quiere ser la reina de las sombras...  Imponer su poder por encima de ti y arrojarte como escoria del abismo”. Mintió sagazmente  la vampira.

El demonio de tres nombres complació a su consorte. Raptó a la niña y la expulsó al séptimo cielo a la tierra de Yahweh.

Entre tanto, el centauro se enteró de lo que le había ocurrido a su ondina y con gran enojo y coraje. Asió su arco y sus flechas. Y desde la montaña más alta de toda la tierra de Óç. Gritó portentosamente hasta derribar mil árboles. Desafió a duelo al demiurgo opresor... Mas éste ni siquiera le hizo caso.

Entonces el centauro Félix, acongojado, aquejado de un gran dolor y una tenue esperanza, pensó en que hacer para rescatar a su amada del mundo. Pero no le quedaba otra cosa más que lastimar al demonio por la espalda... Y el vate lloroso cantó:

_“¡Oh malvada Lilith! ¿Crees tú qué me has robado el amor? ¿Qué me has alejado de la bella ondina?  Sabed infame, que nunca te saldrás con la tuya. Desde el comienzo has perdido. Pues tú no sabes ni sabrás lo que es amar, porque  siempre has sentido celos, odio y envidia... Además, tu consorte es el rey del desamor, que podrás esperar de él, sino lidia. En cambió yo, guardo a mi niña en espíritu, la llevo perenne en mi pecho. Y aunque mi amada no esté de cuerpo presente pero sí en alma... Desde mi soledad la seguiré amando en el mundo... Pues ella, aunque te duela, siempre vivirá en mi corazón”.         

Al escuchar este canto, la malvada Lilith enfureció como volcán activo que destruye con detrito ardiente a un pueblo blanco. Se le incrementaron los celos y el rencor.  Pues estaba enamorada del poeta y de sus melancólicas  canciones. Entonces, ávida de lujuria y placer. Tomó la forma de la ondina. Se arrojó a los brazos del centauro y le hizo el amor estrepitosamente como una gran explosión de súper nova...

Luego se extendió la noche en el mar, la playa y el bosque... Y el Arkher nació de aquella doble traición.    

¡Al enterarse de todo Samael estalló en ira!

Félix el otrora pacífico poeta, decepcionado y triste, se había enfrascado en la guerra contra los Lapitas y había sido capturado en combate por Teseo. Samael en venganza pagó el rescate del centauro y en castigo por la afrenta de su esposa, lo arrojó al mundo...

Hoy en día el centauro Félix, en otro espacio-tiempo el gran Rey de la isla de Óç., es un simple ser humano: obeso, hipertenso, medio poeta, soñador y enamorado; y la bella ondina Dayana... su noviecita hermosa a la que ama eternamente.



DESMITIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

1.
Se dice que investigar es descubrir o crear conocimiento en cualquier área del saber, partiendo de una pregunta problema; no obstante, siguiendo unos pasos lógicos o concretando una sistematización o desarrollo procesal. Según el Diccionario Enciclopédico de Educación Ediciones CEAC diccionarios: Investigar es aquella “acción de buscar una cosa de forma metódica; o aquella acción que está dirigida a validar hipótesis y a descubrir nuevos conocimientos en el campo de las ciencias, de las artes o de las letras”. Como se puede observar investigar no solamente es jurisdicción de las ciencias naturales y de la modalidad cuantitativa que implica precisión matemática en los resultados de la misma y  ampliación de la barrera de conocimientos; sino que además, también es competencia de las ciencias sociales y de la modalidad cualitativa que implica más allá de una visión lineal del saber otra de carácter diferente en la demostración de la realidad.

“Al hacer esta afirmación, se parte del concepto lineal y reduccionista que considera que sólo en las ciencias naturales se puede investigar, porque se corre la frontera del conocimiento, puesto que se considera que el conocimiento es lineal, se puede acumular y cada nuevo conocimiento parte de lo que ya existe; en las ciencias sociales no se correría la frontera del conocimiento en esta forma lineal; tal es el caso de la historia, la economía, la filosofía, donde cada investigador da una visión diferente de la realidad”[1].

2.
Por otra parte, investigar emana de forma natural en las personas. El sujeto humano desde que nace hasta que muere es curioso de su entorno social y de su adentro psicológico, siempre se está preguntando por el mundo y por sí mismo. Siempre quiere saber algo más. Y ese saber lo difunde a través de la enseñanza. Al respecto comenta Alfonzo Borrero: “La investigación es la madre del conocimiento, ese conocimiento que es el saber, tiende a difundirse a través de la enseñanza. El niño cuando descubre algo se lo enseña a su madre, se lo muestra. Por lo tanto, es un acto natural la relación: Investigar - Aprender (conocer) – Enseñar”[2].  De allí que inculcar la investigación en los estudiantes se convierte más en un estimulo sobre una facultad humana que la implantación de un mero conocimiento como constructo mental. El ser humano es investigador por naturaleza por eso su gran adaptación en el mundo. Investigar es algo que el hombre ha venido haciendo desde siempre.

3.
“El lenguaje de los humanistas no busca lo que es (ontología), sino lo vivo, lo crepitante, lo situado aquí y ahora; es el lenguaje de la poesía: capta el instante, lo fugaz, lo que aparece. El lenguaje tradicional es lógico, el lenguaje humanista metafórico”[3].

¿Por qué no propender por un lenguaje alegórico a la hora de sistematizar o dar nacimiento imaginativo a una investigación ya como obra escrita, considerando que si por algo se caracteriza el humanismo es por la poesía y por la fluidez de su lenguaje?  Para el poeta Blake: “la imaginación no es un estado, es la propia existencia humana”[4].  Y escribir alegóricamente sobre el humanismo es escribir con imaginación; o sea, sobre la existencia del ser humano mismo desde su propia esencia, desde su propia definición, desde su propia capacidad creadora.  Para Alfonzo Borrero  la anterior descripción no es propiamente de un investigador sino por el contrario de un creador artístico, al respecto menciona: “EL Creador Artístico. Propiamente no es un investigador, no obedece a leyes ni a parámetros lógicos, en este caso la síntesis se materializa en la creación artística”.  Sin embargo, el poeta, el artista, el músico no está lejos de ser un investigador sino todo lo contrario, es un investigador que ha roto con esquemas formales pero en la esencia de la investigación, en la substancia, permanece obediente al objetivo de la misma: crear conocimiento. Además por mucha creación y originalidad que existan en una obra siempre se va a partir de algo conocido[5]. Llámese descubrimiento, llámese interpretación, llámese creación artística.   
  
Félix M. de ÓҪ. (Luis Felipe Muriel Palacios)    





[1] http://www.ucp.edu.co/paginas/revista02/la_investigacion.htm

[2] Ibídem
[3] Darío Botero Uribe. Discurso Sobre el Humanismo. ECOE EDICIONES
[4] Citado por Gastón Bachelard. El Aire y los Sueños. Fondo de Cultura Económica México 
[5] Todo autor por muy original que sea siempre se verá influenciado por otros autores. De allí que la influencia artística consista en la huella, en la enseñanza, en el influjo que dejan uno o varios autores en la creación artística de otro. No confundir con el plagio. 

ESTÉTICA Y SER

ESTÉTICA Y SER

En el inicio de su ensayo Enrique Dussel nos plantea un referente histórico, partiendo de la definición etimológica de la palabra: estética, proveniente del griego “aisthesis” que significa sensibilidad; luego, nos habla someramente de la teoría de la sensibilidad surgida en el siglo XVIII a través de Baumgarten (1714-1762. Filósofo y profesor alemán. En su trabajo Reflexiones Filosóficas Acerca de la Poesía 1735, definió estética como la ciencia que trata del conocimiento sensorial). Para después abordar el tema desde los griegos, más concretamente Platón al definir el arte como la “imitación de la idea primigenia”[1]. Vale la pena recordar que para Platón existe un mundo ideal o de las ideas y otro real que es una copia del anterior sino una sombra; por lo tanto, la mimesis o el arte mimético sería una copia de la copia o mejor una sombra de la sombra. Ahora bien, en cuanto al arte subjetivo o presencia de la belleza a través de una forma sensible, en la modernidad se define como “juicio estético”, “vivencia psicológica” o “valor estético”. Esto es lo significa el arte por el arte.

Ahora bien, en cuanto a la visión existencialista del arte y la estética, Dussel nos hace ver al artista desde una visión de observador y creador a la vez. Observador porque el artista se encuentra ante el ente y el mundo, el ente y un cosmos trajinado, hollado, pisoteado y cansón del cual hay que alejarse. Y creador en tanto, que el artista intuye la cosa; o sea, devela lo oculto de las cosas mediante la intuición. Intuir no es lo mismo que razonar, pues razonar es adquirir conocimiento mediático a través de un proceso lógico y racional,  intuir es acceder a la cosa misma inmediatamente, es experimentarla, comprenderla, en este caso comprender el ser de la cosa que es a su vez comprender el espíritu de una época, el ser de una época. “Comprender el ser es, dicho de otro modo, llegar a develar lo oculto. El artista tiene la misión, primeramente, de comprender el ser de todo aquello que habita el mundo. Dicho mundo es necesariamente un mundo cultural e histórico”. Para ello el artista debe alejarse de su mundo para acceder a otro oculto en aquel. Entonces el artista experimenta un estado alterado de conciencia, siente inspiración, entusiasmo que es “ser habitado por los dioses”. Entre tanto el artista intuye antes que la belleza el ser y a partir del ser la belleza trascendental y ontológica. Trascendental en cuanto experimenta el espíritu de una época, un instante socio-cultural e histórico y ontológico porque experimenta el ser en sí de la cosa. De allí que “el ser de las cosas se muestran en su belleza trascendental, en esa belleza ontológica que es perfectamente compatible con lo feo”
   
Ahora bien, una vez el artista devela el ser oculto del ser debe expresar el ser comprendido en la obra. Para ello se vale de la expresión artística que es sintética y pre-conceptual a diferencia de la expresión filosófica que es analítica y conceptual. O sea, que mientras el filósofo se expresa a priori y a través de ideas filosóficas; el artista lo hace a través de la obra de arte que es expresión pre-conceptual, en tanto que el artista experimenta el ser del ente a través de la intuición antes de que la cosa se idealice, por ser el ser ya existencia en la obra. En otras palabras, antes de que el ente sea idea, por obra y gracia del artista, la cosa experimenta el ser; o sea, existencia propia en la obra. “El artista expresa sintética y pre-conceptualmente su comprensión del ser. Es decir, la comprensión se vuelca en la obra inmediatamente, antes de llegar a una ideación o proyecto”.  El artista le da vida a la cosa a través de la comprensión del ser. El ser era la cosa, pero la cosa ya no es el ser. Ahora el ser es ser en sí en la obra. Posee existencia propia y esto es el reconocimiento del espíritu de una época.  Además es arte comprometido. 

Finalmente la obra de arte aun cuando represente algo siempre alude al todo “al mundo en su totalidad, al mundo dentro del cual esa obra significó hacer emerger la verdad o el ser oculto, y ahora develado, del ente”.  Y es profética en tanto deja un fundamento como base para generaciones futuras… “no porque anuncie verdades futuras, sino que al abarcar con su comprensión el fundamento permite a las generaciones futuras edificar sobre dicho basamento”.  Y sin embargo, “la misión histórica, social y profética del arte no ha sido, sino inicialmente, planteada aún”.          

Félix M. de ÓҪ. (Luis Felipe Muriel Palacios)








[1] Todo lo escrito entre comillas es tomado de las conferencias Estética y Ser de Enrique Dussel.