martes, 10 de enero de 2017

PENSAMIENTOS FILOSÓFICOS 5


¿En qué consiste la nacencia, la vivencia, la muerte y la resurrección del ser?

Antes de dar respuesta es importante saber, por una parte, que todo en el cosmos es energía, incluido el cosmos; por otra, que la energía es equivalente a la materia, el espacio tridimensional o hiperespacial no importa y el tiempo paradójico.

La materia, el espacio y el tiempo son manifestaciones intrínsecas de la energía; o sea, que son lo mismo, pero en diferente situación. Por ejemplo: en un universo de energía súper-lumínica, la materia y el espacio colapsan a cero mientras que el tiempo avanza retroactivamente del pasado al futuro. Por eso se dice que en la cuarta dimensión habitan las almas de los muertos, o al menos su memoria.

Ahora bien, de estas tres manifestaciones cósmicas, que a su vez se reducen a energía, depende el universo y este de la velocidad de sus partículas o de la vibración de las mismas. En el ejemplo anterior se habló de un universo súper-lumínico o negativo de taquiones en donde el tiempo se retrotrae y la materia y el espacio colapsan a razón de la gravedad infinita o de la aceleración producto de la energía oscura. La consecuencia de esto es que el universo retorna a su estado original cuántico con toda su información contenida en él, para nacer de nuevo en una gran explosión cósmica, en otro Big-Bang de similares características (eterno retorno) o totalmente distinto, siempre y cuando exista conciencia de aquel hecho transmutado en conducta.

Entonces hablamos de la posibilidad de un universo lumínico de energía psíquica o campo psíquico de monadas de conciencia. En este universo el tiempo es cero, mientras que la materia divaga o se extiende en el espacio bajo la complicidad permanente de la eternidad de lo atemporal. En este universo neutro reina la conciencia, sus estados y sus facultades, así como la asimilación de la información total y el lenguaje.

Las facultades de conciencia (la razón, la emoción, la intuición, la imaginación, la fe, la memoria, el instinto,  la percepción extrasensorial, la psicoquinesia, etc.)    le ayudan al ser a conocerse así mismo y a su mundo. Con respecto a la asimilación de la información cósmica y el lenguaje, podríamos decir que este último sería el orden lógico de aquella información o también metafórico de la misma, según lo que se pretenda.

En cuanto a los estados de conciencia podemos mencionar cuatro, sin menoscabo de otras posibilidades. El estado inconsciente, el subconsciente, el consciente y el supraconsciente. Este último estado permite al ser trascender su evolución ontológica a una espiritual, lo cual implica, su acercamiento al Espíritu/Dios y la creación de su propio mundo o resurrección.

Esto quiere decir que, si el ser es consciente de que el universo, en el cual el mismo se halla inmerso, es susceptible de cambio a su voluntad, nada ni nadie lo podrá retener en un circulo vicioso de existencia absurda; por lo tanto, el ser es libre y creador de su propia existencia, será entonces una verdadera Esencia/Existencia, un dios pequeño o lo que es lo mismo un Hijo de Dios.

Sentado esto solo queda hablar del universo físico positivo en donde el tiempo viaja del pasado hacia el futuro demarcando la línea entrópica del caos; mientras que la materia es de tipo hipo-lumínica en un espacio tridimensional o hiperespacio cuántico.

Es el universo clásico que vemos a nuestro alrededor: el sol, las estrellas, los planetas, las personas, así como el cuántico que nos dejan entrever los físicos. Un universo de materia ordinaria (quarks, protones, neutrones y electrones)  materia oscura, las cuatro fuerzas de la naturaleza, la energía oscura y el infaltable campo de higgs y por ende la masa. Es bueno aclarar que en este universo no toda la materia es hipo-lumínica o con masa pues hay partículas lumínicas como los neutrinos y los fotones.

Pero lo más importante de todo es que estos tres universos coexisten con el ser y el ser los experimenta en su existencia. Por consiguiente, sabiendo lo anterior podemos dar oportuna respuesta.

Todo consiste en que nacemos como el universo a partir de una gran explosión cósmica, en nuestro caso un orgasmo de energía sexual; no obstante, en nosotros está tanto el código genético de nuestros padres, como toda la información del universo.

Vivimos o crecemos de acuerdo a nuestra evolución, desde las partículas (Onda/Partícula) que conforman nuestro cuerpo, determinadas por la evolución material hasta la Ideología/Estado y nuestra Esencia/Existencia, derivadas de la evolución cultural y ontológica a su vez.

Morimos a causa de la entropía; no obstante, experimentamos el fin del universo a consecuencia de la eternidad atemporal de la conciencia y lo mejor, es que podemos resucitar y jugar a voluntad con la información de nuestro universo colapsado; en otras palabras, crear nuestra realidad desde la idealidad de nuestro ser.
       
En conclusión, todo el proceso de nacer, vivir, morir y resucitar, el universo positivo como negativo y neutro equivalen a las mismas etapas de nuestra existencia; o sea, que nacemos como el universo, por lo tanto, tenemos su misma edad; evolucionamos con él, pues nuestra vida es una continua evolución; morimos pues como el universo somos susceptibles a la entropía; pero además podemos resucitar siempre y cuando seamos conscientes de aquel acto. Lo cual a su vez nos dice, que no debemos dejarnos llevar por la corriente de la inconsciencia y ser mero hecho natural; sino todo lo contrario, que debemos ser plenos de voluntad y legislar sobre nuestra naturaleza; en otras palabras, debemos ser, ser; o sea, legisladores de nuestra propia existencia.  


Félix M. de Óç.     

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