martes, 6 de octubre de 2015

ODA A LA NUEVA GNOSIS 37



CANTO TRIGÉSIMO SÉPTIMO

1.

Desde la llegada de Jesucristo al mundo, Satanás se ensañó contra el hijo del hombre, su persecución fue implacable, pues sabía que el tiempo de los dos estaba cerca. Persiguió a Jesús niño a través de Herodes, razón por la cual María y José debieron escapar hacia Egipto.

“Y se vio en el cielo una gran señal, una mujer vestida del sol, y la luna estaba debajo de sus pies, y sobre su cabeza había una corona de doce estrellas,   y ella estaba encinta. Y clama en sus dolores y en su agonía por dar a luz.  Y se vio otra señal en el cielo, y, ¡miren!, un dragón grande de color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas;   y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó abajo a la tierra. Y el dragón se quedó de pie delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, para, cuando diera a luz, devorar a su hijo. Y ella dio a luz un hijo, un varón, que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro. Y su hijo fue arrebatado hacia Dios y hacia su trono.  Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que la alimentaran allí mil doscientos sesenta días”.  […] Ahora bien, cuando el dragón vio que había sido arrojado abajo a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.   Pero las dos alas de la gran águila le fueron dadas a la mujer, para que volara al desierto a su lugar; allí es donde es alimentada por un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la cara de la serpiente. Y la serpiente lanzó de su boca agua como un río tras la mujer, para hacer que ella fuera ahogada por el río.  Pero la tierra vino en ayuda de la mujer, y la tierra abrió su boca y se tragó el río que el dragón había lanzado de su boca.   Y el dragón se airó contra la mujer, y se fue para hacer guerra contra los restantes de la descendencia de ella, los cuales observan los mandamientos de Dios y tienen la obra de dar testimonio de Jesús. (Revelación)

“Después que se hubieron retirado, ¡mire!, el ángel de Jehová se apareció en un sueño a José, y dijo: “Levántate, toma al niñito y a su madre, y huye a Egipto, y quédate allá hasta que yo te diga; porque Herodes está para buscar al niñito para destruirlo”.   De modo que él se levantó y tomó consigo al niñito y a su madre, de noche, y se retiró a Egipto,   y se quedó allá hasta el fallecimiento de Herodes, para que se cumpliera lo que Jehová había hablado por su profeta, que dijo: “De Egipto llamé a mi hijo”. (Mateo)

2.

Al siguiente cara a cara con Jesús, Satanás le ofreció poder y riquezas sobre el mundo físico y de paso le advirtió a cerca de su destino. La cuestión era de tentarle a renunciar a su misión en la tierra y gobernar juntos el inframundo o hacerle padecer toda clase de sufrimientos y vejámenes por una humanidad que a todas luces siempre le sería ingrata… 

“Entonces Jesús fue conducido por el espíritu al desierto para ser tentado por el Diablo.   Después que hubo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces sintió hambre.   También, el Tentador vino y le dijo: “Si eres hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en panes”.   Pero en respuesta él dijo: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová’”. Entonces el Diablo lo llevó consigo a la ciudad santa, y lo apostó sobre el almenaje del templo  y le dijo: “Si eres hijo de Dios, arrójate abajo; porque está escrito: ‘A sus ángeles dará encargo acerca de ti, y te llevarán en sus manos, para que nunca des con tu pie contra una piedra’”.  Jesús le dijo: “Otra vez está escrito: ‘No debes poner a prueba a Jehová tu Dios’”. De nuevo el Diablo lo llevó consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria,   y le dijo: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”.  Entonces Jesús le dijo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’”.  Entonces el Diablo lo dejó, y, ¡mire!, vinieron ángeles y se pusieron a ministrarle”. (Mateo)

“De modo que el Diablo, habiendo concluido toda la tentación, se retiró de él hasta otro tiempo conveniente”. (Lucas)


Félix M. de Óç. 



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