domingo, 20 de junio de 2010

MÉTODO PSEUDOSÓFICO


MÉTODO PSEUDOSÓFICO


Hermano:
Abdul Halic Mohamed ibn Silva


Lealtad y coraje

Antes de iniciar la tesis sobre el método pseudosófico, permitidme comentarte de la muy buena resolución de mi parte, de reconciliar mi ego apolíneo con el espíritu minérvico que de ha… mucho me atañe; siendo así, mi querido amigo y ya de nuevo en las toldas de los poetas u hombres estéticos (según Kierkegaard) pero recalcitrantes según el suscrito, paso a identificarme como uno y otra vez más del gremio de soñadores de la lírica. Poetósofo, pseudósofo o filósofo emocional como de ahora en adelante quieras llamarme. Así pues, Bienvenido sea yo, ojalá de nuevo a la plástica. Y disculpadme, por auto recogerme de la basura al basurero. Pero, tú sabes, mi buen Mohamed, que entre poetas no nos pisamos la pluma.
Una vez recibidas mis disculpas como supone el poetósofo, quisiera empezar por describir el fundamento con el cual hago lo que hago:
Partamos entonces por definir verdad, no según el criterio tradicional de acercar el concepto a la realidad, sino el de concebirla como interpretación de ella, elevando dicha verdad a carácter público, por cualquiera de los medios dispuestos para tal fin: convención, convicción o imposición de la epísteme. De lo cual deducimos, que toda verdad es verdadera, siempre y cuando no exista otra verdad mejor posicionada entre el público, de lo contrario, hablaríamos de falsedad o verdad distinta, según como se observe.
Ahora bien, si de plano borramos el viejo criterio de verdad y relativizamos su valor conceptual, obtenemos de la verdad no más que otra tanta interpretación de los hechos, los objetos y las cosas en sí, o sea, de la realidad como nóumeno impenetrable, mas, sin embargo, susceptible de hermenéutica lingüística.
En todo caso, si la realidad o el nóumeno del mundo se prestan para ser descifrados o mejor interpretados, por el sujeto pensante, la aplicación de la doxa en nuestro caso, no será excepción sino regla general por excelencia. En otras palabras, tengo todo el derecho de falsear la verdad o especular sobre ella; o mejor dicho mi amigo, opinar en estricto criterio personal.
He ahí el fundamento de mi opinión individual sobre el mundo y la base en la cual construyo el método para acceder no a la verdad, pero si a la ataraxia o paz interior del filósofo.
Hermano Mohamed, el método procede más o menos de la siguiente manera: una vez firmado el armisticio filosófico entre las huestes racionales e intelectuales de Minerva y los furibundos ejércitos artísticos, poéticos y musicales de Apolo, se acuerda circunscribir el nóumeno a la hermenéutica alegórica, sin dejar de lado la intuición como instrumento necesario para construir las bases de la buena especulación pseudosófica. Establecidos los cimientos de la reflexión, se especula de nuevo, ahora en busca de posibles conclusiones, que incrementen la dicha, cual sosiego espiritual del poeta. Todo bajo la supervisión de las musas en intrincado vuelo de ensoñación mágica y conducente a los efectos casi orgásmicos de una cita a solas con las bellas hetairas de la concupiscente Venus.
Tened en cuenta mi amigo, que a diferencia de los racionalistas nuestro método no emite juicios analíticos a priori, ni juicios sintéticos a posteriori, como los empiristas, pues la verdad no importa, no obstante, si juicios alegóricos o más que eso opiniones volátiles o dionisiacas, cual copas de vino en la testa febril del bohemio. Parece ser que la inconsciencia se toma a veces por asalto los acuerdos de la mente minérvico-apolínea y rebasa la sensatez por la locura y la ebriedad. En fin, mi querido hermano poeta, lo crucial del juego radica en reivindicar el placer por el placer, lo cual supone llevar nuestra emoción a vuelo de Ícaro, tal cual como descartes llevo la razón a extremos y Francis Baccon la experiencia y la inducción al límite.
Tengo por hobby la pseudosofía.

Supervivencia y lúdica

Félix M. de Óç.

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