miércoles, 7 de julio de 2010

CINCO PUNTOS



Hermanos de ARKHER
Lealtad y coraje


I

Nuestro mundo sensible es energía, energía discontinua y susceptible de cambio. El reino azulado de Poseidón fenoménico: la HILECINÉTICA.
Como olas, así se presentan las formas cambiantes en el mundo. No obstante, en su interior bulle la fuerza portentosa de Zeus existencial, inquebrantable poder del rayo (primera ley de la termodinámica: conservación de la energía). Ya sabéis que la substancia inmanente encierra bajo su potestad a otros tres dioses: Hera, Cronos y Urano. El viejo dios le sirve de frontera a la esposa del olímpico, y su padre el destronado de posibilidad histórica. (El espacio tridimensional y el tiempo unidimensional dan las cuatro dimensiones objetivas a la materia).

II

Nuestro mundo es energía, mas, cuando las formas energéticas se agrupan generan cuerpos sólidos: quarks, átomos, moléculas, células, sujetos, planetas, estrellas, galaxias, cúmulos, supercúmulos, etc. pero, también, se pueden disipar en una franja electromagnética infinita como la radiación cósmica de fondo y por qué no, la oscuridad. Entonces la energía puede ser simple y compleja. Simple como las cuatro fuerzas naturales (gravedad, electromagnetismo y las dos fuerzas nucleares: débil y fuerte. Y complejas como las formas físicas que se mencionaron al principio.

III

Vuelvo y recalco, hermanos míos, que la energía es materia en movimiento. En su esencia existencial, la materia vibra (spin), se mueve (a la velocidad de la luz). Y tal como la palabra AMOR: cada letra representa una partícula de materia ordenada o mejor, situada en el espacio (la parte con respecto del algo), que si por causas naturales, físico-químicas las letras saltan de su lugar de origen y se sitúan a manera de reflejo, (posibilidad temporal) la palabra incuestionablemente se transforma en ROMA. (Dejar de ser) AMOR (antes), (para ser) ROMA (después). Entonces en la forma el Hades in-existencial "aparece", la nada absoluta se traga lo que dejo de ser. Toda forma tiende a dejar de ser (segunda ley de la termodinámica: entropía). Así las cosas, la anterior forma AMOR ahora es ROMA: un antes y un después de la materia en el espacio que se curva como una serpiente o una cuerda... Transformación inevitable de energía.
Energía forma omnidimensional discontinua y susceptible de cambio, el otro lado de la ecuación, la cara fenoménica del mundo. Tejido existencial en que se entrelazan en sí las formas. El sol naciente nunca será el mismo del poniente, "nadie puede bañarse dos veces en un mismo río" dijo: Heráclito. No obstante, en esencia la materia es perpetua como el átomo de Demócrito, siempre será la misma, pero en distinta posición. La materia se mueve, la energía se transforma. Esto es tanto como decir que nuestra queridísima y viejecita madre tierra está quieta y cada vez más vieja, pero moviendose a la velocidad de la luz.
IV

¿Pero qué ocurre si en vez de la forma ROMA aparece la “palabra” MROA? ¿Podremos hablar de caos? ¿Será el caos un estado posicional de la materia como el orden? ¿Cuál será el porcentaje de probabilidad de hallar un mundo ordenado o caótico? ¿Cuántas veces nuestro universo ordenado según el código suscrito por el azar, en sus orígenes, se podrá repetir a sí mismo? ¿Será acaso esto el eterno retorno de Nietzsche o la promesa de resurección de Cristo? ¿Tal vez será este continuo ir y venir de caos y orden, de orden y caos la aparente base lógica de la entropía en las formas?
V

En la naturaleza el objeto contiene al sujeto y este al concepto. Quiere decir esto que en la realidad objetiva prima el objeto. Las cuatro dimensiones físicas, las cosas. No obstante, una vez evolucionan del caos de la materia en movimiento formas más complejas dentro de las complejas formas, del cosmos advienen los sujetos y con ellos, la conciencia. Aparece en escena la cultura y la historia, el orbe multidimensional: el querer, el poder y el deber; y todo ello, bajo la primacía de una realidad fáctica. Nace el hombre histórico, el sujeto pensante. El mito de Sísifo cobra vida en la absurda existencia del hombre confrontado a su realidad de vivir, siendo en últimas, un ser para la muerte[1]. Pero, la muerte también le lleva a inspeccionar sus entrañas metafísicas, a ser observancia de sus poderes ocultos, de sus capacidades como substancia inmortal. Se contacta con los dioses a través de la religión, la fe y la esperanza, crea su alma casi similar a substancias trascendentales, sobrevive a la muerte. Cree en la resurrección, sabe que al fin y al cabo todo es posible en el universo.

Supervivencia y lúdica
Félix M. de Óç.


Notas:
[1] Ver a Albert Camus.

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