sábado, 3 de julio de 2010

REFLEXIÓN SOBRE EL CUERPO HUMANO


REFLEXIÓN SOBRE EL CUERPO HUMANO


Hagamos una breve reflexión sobre el cuerpo humano sin encasillarnos solamente en la perspectiva materialista del mismo. Lo cual implica percibirlo más allá de lo sensible. Pues el cuerpo humano a la luz de los sentidos se reduce a un simple juicio sintético a posteriori, o sea a un sumario de todas sus partes abstraído de la realidad física por la experiencia o facultad psíquica cinco sensorial del sujeto pensante.
Esto no quiere decir que nuestra realidad física no exista, por el contrario, existe tanto como otras dimensiones no físicas del cuerpo humano derivadas de una realidad inmanente. En otras palabras, el cuerpo humano existe en tanto se perciba, aun cuando la percepción del objeto se reduzca a bioquímica y fisiología del cuerpo… No obstante, se podría argüir que en esta otra forma de percepción prima el juicio analítico a priori, o sea, la deducción racional del mismo a partir de la idea de él. Entonces ya no hablamos de la extensión corporal sino de la dimensión conceptual, la res cogitans, la psique, otra categoría.
Pero dónde queda entonces la percepción emocional de la materia, si al elevarse por encima del lenguaje lógico se transforma en alegoría poética no menos real que la biológica y la conceptual, el cuerpo a través del alma hecho poesía… “cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,” “te pareces al mundo en actitud de entrega…” esto sintió Neruda en su poema primero de los “veinte poemas de amor y una canción desesperada”, al percibir el cuerpo humano de la mujer desde el corazón enamorado, desde su alma de soñador y poeta. Y no obstante, también ocupa una dimensión real como las otras dos anteriores pero a la óptica de Apolo, de las musas y de las utopías del corazón.
Pero así mismo también el cuerpo humano se puede ver desde los ojos salvajes de Dionisio en el acto sexual simple y vulgar entre dos seres abandonados al instinto de la reproducción animal, solo sudor, gestos, quejidos, humores, fluidos corporales en una sola palabra: el coito irracional, sin poesía ni conocimiento empírico… pues solo basta la mera carne y el deseo realizado de poseerla, de cumplir con el instinto. En la percepción sensible hay conducta, en el instinto no, simplemente hay acto.
Pero el cuerpo también se puede intuir desde su esencia inmanente, acceder a la materia en movimiento, al micro-caos físico que le da piso existencial. A la incertidumbre cuántica de infinidad de partículas a velocidad luz, invisibles, imperceptibles al ojo humano pero reales, no obstante, virtuales en su manifestación empírica, inexistentes a la lógica tradicional, vacuas a la poesía, inaccesibles al instinto. El conocimiento directo de las bases metafísicas del ser y el no ser se intuye, se comprende mediante la filosofía, la física cuántica y el arte. No en vano John Briggs y F. David Peat en las “Siete leyes del caos” escriben: “en los últimos diez años la idea del caos ha traspasado el terreno científico del que nació: ahora hay artistas que se refieren al caos cuando hablan de sus pinturas…” también se refieren a la poesía, mas sin embargo, para mí, la poesía como la música son más hijas de la emocionalidad que de la intuición a diferencia del arte pictórico que es una forma de filosofía en abstracto y por lo tanto descendiente de la comprensión metafísica.
Otras perspectivas del cuerpo son la fe, la memoria y la imaginación. La primera al igual que la intuición, no se diferencian en sí mismas más que por el objeto de conocimiento; o sea que la fe traduce o interpreta la substancia trascendente, mientras, que la intuición predica de la substancia inmanente, mas ambas son de carácter inmediato. En tanto que la memoria y la imaginación visualizan el cuerpo bien sea en la forma del mismo como antes o después en el tiempo. En primera instancia como recuerdo (dejar de ser) y en segunda como especulación (para ser).
En conclusión el cuerpo depende de la percepción con que se le aprecie. Dicha percepción aclara la dimensión que habita en el momento de acceder a él: bien puede ser objeto, sujeto o concepto. En estas instancias la realidad se presenta de manera multidimensional al sujeto que la percibe. Ahora bien, ninguna percepción actúa en nombre propio sino en colaboración mutua, recíproca. Lo que pasa es que según de donde provenga la realidad, así mismo cualquier facultad psíquica toma preponderancia sobre las otras; pero se alista para discernir el mundo junto con las demás.

Félix M. de Óç.

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