sábado, 3 de julio de 2010

ENSAYO PROYECTO DE VIDA



ENSAYO PROYECTO DE VIDA

La existencia del ser humano implica por una parte las circunstancias aleatorias buenas o malas que circunscriben su ser y por otra su voluntad de luchar y de conseguir la felicidad, inclusive en la desgracia. Los hechos de la naturaleza aparentemente dejan al sujeto sumido en la “violencia” e “indiferencia” de la misma, como un cúmulo de materia a la deriva del espacio y el tiempo. Sin embargo, a partir del individuo como sujeto único y social a la vez, su conciencia hace frente a los “cuatro elementos” de partida en un campo de batalla entre el ser y las cosas. Una lid entre el hombre en sentido amplio y las circunstancias que le constriñen.
Para Jean Paul Sartre “el ser-para-sí es un tender hacia el ser-en-sí que no es ella” o sea, es el Dasein de Heidegger “el hombre, ser temporal, indeterminación radical que está “condenada a ser libre”, a pesar del contexto socio-histórico de la legalidad, incluso de toda coacción… cualquier imposición aceptada, asumida aunque sea a regañadientes, es una huida frente a la libertad, porque no hay nada que pueda salvarnos ni descargar nuestra libertad ni siquiera Dios”[1]. En esta situación el hombre es dueño de su presente. Pues es consciente de su voluntad de hacer. De él y solamente del él depende ser un Ser o una cosa. De tocar el picaporte y confundirse con la puerta, de ser un simple hecho o toda una conducta susceptible de responsabilidad histórica.
Federico Nietzsche nos dice que “el ser independiente es privilegio de los fuertes”. Pero también nos advierte que cuando un hombre fuerte se arruina el hecho debe ocurrir tan lejos de los demás que estos no puedan compadecerle. “¡… él no puede volver atrás, a perdido hasta el derecho de compasión de los hombres!”[2]. De allí su critica al cristianismo, pues ante tanta austeridad social aristocrática el hombre haya cedido su responsabilidad a la humildad de vasallo divino. Que sea Cristo en nombre de Dios quien responda por nuestros actos. Si bien el libre albedrio promulgado por santo Tomás impone a los hombres la obligación de salvarse y ser dueños de su destino a un cuando sea a guisa trascendental. San Agustín por el contrario, sabe que cualquier libertad individual por humilde que sea, implica un menoscabo al poder de Dios, de allí que sea preferible la predestinación y la gracia.
Porfirio Barba-Jacob en su poema “Oh, noche o antorcha contra el viento”, como en sus postreros días cambiara de título, deja entrever la confusión del ser humano ante lo indescifrable de la vida y como tal incertidumbre de alguna manera se reduce a un mal existencial: “mi mal es ir a tientas con alma enardecida, / ciego sin lazarillo bajo el azul de enero; / mi pena, estar a solas errante en el sendero; / y el peor de mis daños, no comprender la vida”. Igualmente, el Fausto de Goethe se recrimina por ser sabio ignorante que tal vez en Mefistófeles halle salvación o castigo: “¡Ay!, he estudiado ya filosofía, jurisprudencia, medicina, y luego teología también, por mi desgracia, con caluroso esfuerzo, hasta el extremo. Y aquí me veo ahora, pobre loco, y sigo sin saber más que al principio”. Y en otro verso interpela y recrimina al demonio: "¿Tú que podrías darme, pobre diablo?" En cuanto al pesimismo existencial, Hamlet de Shakespeare no se queda a atrás y en la escena primera del tercer acto, el principal actor profesa su universal dictamen de la vida: “Ser, o no ser: ésta es la cuestión: si es más noble sufrir en el ánimo los tiros y flechazos de la insultante fortuna, o alzarse en armas contra un mar de agitaciones, y, enfrentándose con ellas, acabarlas: morir, dormir, nada más, y, con un sueño, decir que acabamos el sufrimiento del corazón y los mil golpes naturales que son herencia de la carne”. El filosofo Epicuro prescribe anteponer la mesura al placer o sea, una especie de hedonismo negativo, donde lo primordial es la tranquilidad espiritual o Ataraxia.
Una cosa si es importante y es saber que estamos en el mundo y que nos toca hacerle frente a la vida. Que si nos apoyamos en Dios o nosotros mismos es cuestión de gustos, de fe o de filosofía. Y como parangón, que mejor que la leyenda del Quijote que luchó de la mano de Dios como buen caballero cristiano, pero que al final de sus días fue derrotado por la cordura, no sin antes haber dejado su historia de gran orate en los libros de caballería; o sea haber vivido lo universal del héroe, pero a su manera: sus triunfos y fracasos, el amor de la inigualable Dulcinea del Toboso, la fiel amistad de Sancho panza, su armadura y Rocinante, confrontar molinos y gigantes, visitar castillos y reyes, deslumbrar doncellas, enderezar entuertos… en otras palabras… haber cumplido sus sueños. Que si al final pareciera ser que todos fracasamos en nuestras empresas de vida, es cuestión natural que el tiempo se lo lleve todo, es cosa de entropía. No obstante, escribió Jorge Luis Borges: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida. En la próxima trataría de cometer más errores”. Esto es una invitación a vivir plena y sencillamente nuestras vidas. Recordemos que tenía 85 años cuando escribió “instantes” y que se estaba muriendo.
“Para abrir nuestro corazón como un Buda, debemos abrazar las diez mil alegrías y las diez mil tristezas”[3]. La vida se compone de momentos y vivir cada uno de ellos a plenitud nos garantiza la felicidad.

Félix M. de Óç.


NOTAS:


[1] Gran Enciclopedia Espasa. Paginas: 10534 y 10535.
[2] Más allá del bien y el mal. Federico Nietzsche.
[3] Un tesoro de sabiduría oriental. Jack Kornfield.
Imagen tomada de internet.

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