viernes, 2 de julio de 2010

ÉTICA Y ESTÉTICA OSCEDIANA



ÉTICA Y ESTÉTICA OSCEDIANA

Hermanos de ARKHER
Lealtad y coraje

1. Yo entiendo que la necesidad o carencia de algo, me impulsa a un interés o deseo de llenar dicho espacio o carencia. Así mismo, el satisfacer o no la necesidad, desemboca en placer o dolor como consecuencia del interés bien o mal logrado. En otras palabras, la satisfacción me produce placer y la insatisfacción dolor, entre tanto que el interés media como instrumento para acceder sólo al placer aun cuando falle su cometido. En dicho caso, el dolor inflige inmerecido castigo.
Sin embargo, pareciera ser que el dolor no implica ausencia de placer sino disminución del mismo e incluso en necesidad patológica se confunde con él. Por ejemplo: el dolor producido por la fractura de un hueso nos inmoviliza a la fuerza con el fin de prevenir un mayor daño. En este caso la inmovilidad es necesidad inexorable y requiere del dolor para cumplir su deseo. Así como también las aberraciones sexuales de los masoquistas, aun cuando en este caso el dolor produce placer, como la tristeza, alegría en los poetas; pero sobretodo, pagar impuestos que implica dolor y estrés por la obligación de suplir las necesidades del erario púbico y con ello en apariencia calmarle el hambre al asqueroso Estado Social de Derecho.
En conclusión mis amigos, la primera premisa rige de regla general y la otra de excepción. No obstante, en la última gobiernan más las circunstancias que nuestra voluntad, salvo en los poetas… que a lo mejor si están locos.

2. A diferencia de Epicuro que hace énfasis más en evitar el dolor que en perseguir el placer; yo considero que se debe a toda costa y dentro de las posibilidades, buscar y encontrar el placer con el fin de evitar la frustración de no encontrarlo por imposibilidad y con ello acarrear el dolor.
Les recuerdo de mi adhesión a la corriente de “Dorian Gray” en la búsqueda de espiritualizar los sentidos. Para ello he convocado el hálito translucido de la embriaguez, recorrer en zigzagueante paso las vides de Baco en compañía de las voluptuosas hetairas, alimentarnos del afrodisiaco goce del placer sexual y pernotar toda la noche o lo que quede de ella en las rubicundas habitaciones de la diosa prostituta. Hacer el amor indiscriminadamente al calor de unas copas, pero mucho más allá del juicio pudibundo de una sociedad enferma por el ascetismo paulino. A esto he denominado el hacer del "Ejercicio Espirituoso" mi salvación a la monotonía.

3. “No hagas lo que no quieres que te hagan”. Imperativo categórico, principio moral y ético; no obstante, equivalente a “ojo por ojo y diente por diente”. Y al fin y al cabo conducta loable y recompensa, o crimen y castigo o en el mejor de los casos abstención a causar perjuicio ajeno por beneficio de recibir a efecto perjuicio propio.
Lo claro de la vana disertación está en el punto de vista desde donde se mira la equivalencia. El código de Hammurabi para el bajo mundo y el imperativo categórico para el orbe racional, moral y ético. La consecuencia, lo primordial: el bienestar común.

4. La clave tal ves para una tranquilidad de espíritu resida en equilibrar el querer, poder y deber en el hombre. Entiéndase querer como voluntad, bien, determinada o no, de cualquier forma ese sentir de pretender algo a conciencia a guisa de autonomía; y poder, como el desarrollo de la anterior. En contraste con el deber o las circunstancias que permiten el hacer de dicho sentimiento, su cristalización, o su negación de acto.
Para que preocuparme por satisfacer necesidades no naturales ni necesarias, aludiendo a Epicuro, si dicho menester me trae más problema que solución. Que necesidad tengo de complicarme la vida para solucionarla si caigo en la paradoja de sufrir por bienestar. Resignación, conformismo o equilibrio; el sustantivo depende de la disposición de ánimo.
Vale la pena adaptarse de la manera más simple a las circunstancias. Observarlas con ojos de poeta más bien como aliadas que enemigas; la guerra que es la visión del soldado, solamente como válvula de escape a aquellas contadas como contraproducentes, por fortuna más exiguas que las otras y que dejan más experiencia y menos tiempo para reflexionar.

5. Si existiera una finalidad en el hombre sería la de darse identidad. Separarse del rebaño sin dejar de pastar; o sea, servirse del logro colectivo siendo auténtico, en reciprocidad igual solidario. Ser amo y señor de uno mismo y hermano de los demás. En otras palabras, procurar vivir la vida existencialmente pero en el jardín de Epicuro.
Tomar conciencia de identidad es empezar a ser libre. El querer-poder en equidad: la libertad total, tranquilidad de espíritu. Mi voluntad es el querer, el poder el campo de acción de mi voluntad. Si yo quiero lo que puedo, soy libre; si no puedo lo que quiero, esclavo. La libertad consiste en equilibrar ambos lados de la balanza. El querer debe ser directamente proporcional al poder. He ahí la lontananza.

6. La felicidad mis amigos se debe construir a pesar de las dificultades y atropellos de la naturaleza y de la sociedad.
Las circunstancias nos rodean y limitan a tal punto de reducirnos a una triste figura de miserables hombres éticos. Por ello, jamás crean en la quimera de conseguir felicidad mediante el concurso del Estado, que a guisa de fundamentarse en la absurda idea del interés general, nos reprime plenamente y premia sólo en apariencia.
No obstante, la ignominia del Estado y el cruel desdén de la naturaleza; don quijote nos redime de la injusticia y salva nuestro espíritu de morir ahogado en el truculento mar de las obligaciones.
La utopía quijotesca anida el alma del hombre estético, le libera del mundo del constreñimiento y le hace un auténtico hombre de felicidad. Libre y emancipado de la muerte en vida de ser: ser social y limitado por la naturaleza.


Supervivencia y lúdica.
Félix M. de Óç.

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